Tot comença amb un naufragi anterior.
Si lo pensamos sin legañas y contra nuestras ganas de adanismo, todos somos un poco raqueros, pues sobrevivimos gracias a los pecios de la generación anterior, que recogemos todos los días en la playa. A eso lo podemos llamar ciencia, tradición o sencillamente cultura. O mundo, en la versión de Chesterton: “los restos de un naufragio” –decía– con los que construimos nuestros poemas, nuestras relaciones y nuestras instituciones. Cuando se quiere convertir a Robinson Crusoe en el paradigma capitalista del hombre independiente que se ha hecho a sí mismo, a fuerza de ingenio, extrayendo riqueza de la naturaleza desnuda, no sólo nos olvidamos de su compañero Viernes sino de los trebejos que le devuelve el mar y sin los cuales habría sucumbido en pocos días a la adversidad. Nadie empieza de la nada; todos empezamos con un naufragio ajeno.
Santiago Alba Rico, Zozobra, ctxt 15/01/2022
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