"Intel·ligència artificial" és un oxímoron






Quisimos construir un mundo a imagen y semejanza de lo mecánico, lo abstracto y lo inerte. Creíamos que el modelo del verdadero conocimiento eran las bases de datos. Pero la realidad no se puede digitalizar, porque no está hecha de objetos aislados, sino de relaciones, y es mucho más compleja, dinámica e impredecible de lo que nuestros mitos contemporáneos nos harían creer. Las máquinas no pueden sustituir a la vida, ni a las relaciones humanas. El aprendizaje, por ejemplo, es un proceso profundamente social que requiere empatía: según el filósofo Hubert Dreyfus, cada avance tecnológico que se interpone entre el profesor y el alumno acaba empobreciendo la educación.

Jaron Lanier, que en su día acunó la expresión realidad virtual, advierte contra el <<totalitarismo cibernético>> que intenta reducir el mundo real a los parámetros de la informática y nos lleva hacia una nueva religión según la cual: "Tu mente es software, prográmala. Tu cuerpo es un envase; modifícalo. La muerte es una enfermedad; cúrala". Es una forma contemporánea de huir del mundo, una nueva versión del antiguo antagonismo de la mente contra la vida.

Las máquinas no piensan, solo calculan. Pueden calcular prodigiosamente a base de aplicar reglas fijas, pero ahí no hay verdadera inteligencia. "Inteligencia artificial" es un oxímoron. La verdadera inteligencia es natural -y cordial.

Jordi Pigem, De la inteligencia artificial a la inteligencia vital, blogdejoaquinrabassa, maup 2016

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