La connexió cervell-internet.




Rafael Yuste: Ahora dependes de tu teléfono móvil para hacer cada vez más cosas: encontrar una calle, llamar, usar el calendario, la agenda telefónica, la calculadora… En realidad, lo único que hace el teléfono es conectarte a la red. Esta conexión, en vez de estar en el teléfono en el bolsillo, la vamos a tener directamente en la cabeza, por una interfaz cerebro-computadora. Estas interfaces serán posiblemente no invasivas y serán distribuidas de manera masiva a toda la población. Y esto trasladará una parte cada vez mayor de nuestro procesamiento mental al exterior. La memoria, por ejemplo. Una memoria externa nos mandará la información de vuelta. Y eso va a ser beneficioso en el sentido de que va a dar un acelerón a las capacidades cognitivas y mentales de los humanos. Ahora hay una brecha entre la gente que tiene acceso al mundo digital y la gente que no. Si no tienes teléfono móvil, empieza a ser complicado hacer cosas tan simples como ir al médico o hacer una transferencia de dinero. Pues esto va a ser una brecha mucho mayor. Habrá gente que estará aumentada y gente que no lo estará. Y eso cambiará la especie humana.

Las primeras aplicaciones importantes pueden ser, por ejemplo, para escribir mentalmente o para traducción simultánea. Imagina que llegas a un país con tu diadema: piensas en tu idioma y tienes un altavoz que habla el otro idioma. Y, por supuesto, como la humanidad es lo que es, lo primero serán juegos y porno. Y luego, 10 años más tarde, yo creo que vendrán las tecnologías para introducir información en el cerebro, que siempre es más difícil. Y ahí ya será de verdad la aumentación mental. Si tú quieres acabar la frase en la que estás pensando, un algoritmo te la acabará, igual que ahora cuando estás escribiendo te la autocompleta. Imagina que te la autocompleta no solo con lo que quieres escribir, también con qué tienes que comprar en el supermercado, qué pareja quieres buscar, qué decir a la gente con la que estás hablando. Si ahora hablase con una persona y tuviera acceso a todo lo que ha hecho durante su vida, podría contarle otra cosa que le interese. Y, por supuesto, podría conducir o manejar mentalmente cualquier tipo de maquinaria. Yo digo que va a ser un nuevo renacimiento, porque la especie humana de repente salta hacia arriba, se conecta a computadoras cuánticas [ordenadores con una capacidad de cálculo muchísimo mayor]. Imagina una computadora cuántica ayudándote a decidir dónde tienes que invertir o qué carrera tienes que escoger. Estamos hablando de una especie humana muy distinta.

Un equipo de la Universidad de Stanford ha conseguido este año que pacientes paralíticos, que no pueden hablar, escriban como si estuvieran escribiendo a mano, pero a base de pensar, con tecnología implantada. Ese problema, técnicamente, ya está solucionado. De aquí a 10 años, si hablamos de tecnología implantada, se podrá meter información de ida y vuelta. La tecnología implantada es muchísimo más potente, pero no la puedes vender en un supermercado, porque necesitas que un neurocirujano te la ponga. Siempre estará en el ámbito médico. El problema ético y social más gordo es la tecnología que no está implantada, la que no es invasiva, porque se puede comprar como si fuese electrónica de consumo, no está regulada, y puede llegar a toda la población.

Por un lado, viene la inteligencia artificial con estos algoritmos que pasan la prueba de Turing y los vas a tener diciéndote lo que tienes que hacer. Y esto lo conectas con el cerebro. La conexión que tenemos ahora con el algoritmo de inteligencia artificial, en el teléfono móvil, es todavía torpe: con mis deditos, mirando. Imagínate conectar esto con el cerebro humano. Es un estallido con repercusiones fortísimas y muy profundas: científicas, médicas, sociales, económicas y también de seguridad nacional. (...) Es inevitable que ocurra, sinceramente. Es el progreso y será para bien, en general, pero tendrá unas consecuencias profundísimas.

Es lo que llaman el dilema de Collingridge: cuando sale una tecnología nueva no sabes bien para qué se va a utilizar, pero es muy fácil regularla. En cambio, cuando ya se ha implantado en la sociedad conoces perfectamente bien las consecuencias negativas, porque ya llegas tarde. En el caso de la neurotecnología, sobre todo fusionada con la inteligencia artificial, está clarísimo lo que nos viene. Son cosas que ya sabemos hacer en animales. Y si se puede hacer en animales hoy, antes o después se va a hacer en humanos. ¿Por qué esperar a que sea demasiado tarde? Esto va al corazón de lo que es un ser humano, a nuestra mente.


Manuel Asende, entrevista a Rafael Yuste y Darío Gil: "Tener un sensor en la cabeza será de rigor en 10 años, igual que ahora todo el mundo tiene un teléfono inteligente", El País 05/01/2022

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