El feminisme és per a tothom.







... el feminismo no es un corpus moral y no debería funcionar como una religión, sino que tiene que ser un proyecto de cambio compartido por hombres y mujeres que se construya colectivamente y de forma antiautoritaria. Al ser un proyecto que se propone transformar las formas de organización social, también tiene espacio para que los chavales –y los hombres– se sientan parte de este movimiento. La mejor manera de enfrentar el antifeminismo es tratar de explicar cómo el feminismo también puede mejorar la vida de los hombres. Por un lado, por la opresión que supone tener que encajar en el molde restrictivo de la masculinidad tradicional –y las consecuencias negativas que tiene para sus vidas y para las personas que les rodean, por ejemplo, en su relación con la violencia, o con el ponerse en riesgo, o la necesidad de ser siempre fuertes y juzgarse a través de ese baremo–. Por otro, porque la principal amenaza para la posición social de los hombres no es el feminismo, sino los daños infringidos por el sistema económico. Sus verdaderos problemas son los trabajos de mierda, el desempleo, la falta de dinero o las dificultades de llevar adelante vidas con sentido en el capitalismo. El patriarcado forma parte de estos problemas o los refuerza, aunque prometa a los hombres compensaciones de estatus o poder –basadas en la injusticia y la dominación de las mujeres–, y la reacción antifeminista promete compensaciones simbólicas de estatus que no aborda las causas económicas y políticas de sus problemas. Mejorar la vida de todos es, por tanto, una buena receta contra los peores efectos de la masculinidad cuando se junta con la precariedad vital.


El feminismo tiene una potencia enorme como proyecto de cambio social, ya que a partir de la situación de subordinación de las mujeres podemos entender la sociedad: que la desigualdad –de género, de estatus migratorio– es en realidad funcional a la acumulación de capital. ¿Podríamos explicarle esto a los chavales que pueden formar parte del feminismo, que los necesitamos para transformar el mundo en vez de hacerlos sentir como el enemigo? En la pensadora Bell Books podemos encontrar buenas pistas para los profesores que quieran explicar la existencia de un feminismo inclusivo. Por ejemplo en El feminismo es para todo el mundo. Ella precisamente usa sexismo en vez de machismo porque reconoce que el enemigo no son los hombres, sino el patriarcado: “El problema es el conjunto del pensamiento y la acción sexista, independientemente de que lo perpetúen mujeres u hombres, niños o adultos”. La toma de conciencia feminista por parte de los hombres es tan esencial para el movimiento revolucionario como los grupos de mujeres, concluye Books.

Nuria Alabao, Ser de Vox es guay, ctxt 19/01/2022

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