Contra la sobèrbia moral
Tanto el ecologismo extremo como el animalismo extremo comparten con la mayor parte de los autores enmarcados en el posthumanismo (del cual, por el contrario no tengo reservas en admitir que me parece rechazable en casi todos sus puntos filosóficos fundamentales) la visión de que los problemas que cada uno de ellos denuncia son, en el fondo, problemas morales, causados por “la perversidad intrínseca de los valores humanistas” denunciados desde dichas corrientes. Igual que los milenaristas de los albores del siglo XI o que los creadores de los primeros libros apocalípticos del principio de la era cristiana, los activistas y pensadores apocalípticos de nuestros días están íntimamente convencidos de que la hecatombe que se nos vecina es, por encima de todo, la consecuencia inevitable de “nuestros pecados”. Aunque ahora los pecados no se entiendan necesariamente como violaciones de una ley divina, sino como algo parecido a la hybris (‘soberbia’ o ‘desmesura´), considerada por los antiguos griegos el “pecado capital” de los seres humanos. Es justo esta tendencia, cada vez más omnipresente, a conceptualizar a priori todos los problemas sociales, culturales y filosóficos bajo las categorías de “culpa moral” y “corrección moral” lo que me parece nefasto para la libertad de pensamiento, de discusión y de elección política, libertades que son nuestras únicas garantías de encontrar soluciones razonables en el marco tan complejo como el contemporáneo. Pues una vez que alguien ha adoptado una posición o una creencia como la única compatible con las virtudes éticas, todas las críticas que se le hagan las verá como ataques morales en vez de cómo oportunidades para el diálogo. Y a los oponentes los verá como enemigos en vez de cómo personas con puntos de vista legítimamente distintos a los suyos. (14-15)
Jesús Zamora Bonilla, Contra apocalípticos, Shackleton Books, 2021
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