La vaca de Karl M. Dallenbach.



Una buena parte de las personas que ven por primera vez esta imagen solo ven un patrón de manchas sin ningún sentido. Cuando se les pregunta qué ven, pueden pasar minutos o incluso horas sin identificar nada concreto e incluso cuando se les revela que lo que hay es un animal que nos mira en primer plano, algunos tardan en encontrarlo o no lo encuentran. Pero lo más impactante es que una vez que se ha localizado, nuestro cerebro no puede dejar de verlo. ¿Qué es y por qué produce este curioso efecto?

La fotografía degradada es una creación de Karl M. Dallenbach, profesor de psicología de la Universidad de Illinois, quien la utilizó en 1951 para explicar algunos principios de la visión. Usó una imagen en blanco y negro y le fue restando elementos hasta dejarla en una serie de manchas.

¿Cuál es la razón? La explicación más inmediata tiene que ver con la forma en que nuestro cerebro construye la realidad y en concreto la sensación de profundidad o de tres dimensiones. Cuando uno se acerca por primera vez a una de estas imágenes, lo habitual es que el cerebro vea un patrón de manchas en dos dimensiones, porque no encuentra elementos que le permitan reconstruir una tercera dimensión.

Lo que pasa una vez que uno no puede dejar de ver la vaca de Dallenbach [¿la has visto ya?] es, para los neurocientíficos, una prueba de que el aprendizaje y las expectativas condicionan la realidad que percibimos. Como parte de ese proceso, Dallenbach observó que era mucho menos efectivo decirle a la persona que en la imagen había una vaca que mostrarle una versión original de la fotografía o dibujar una silueta con el esquema sobre la misma imagen. También se dio cuenta de que en aquellos sujetos a los que presentaba la imagen degradada y la original a la vez era mucho más sencillo que reconocieran al animal, pues permitía al cerebro aferrarse a algo y hacer una interpretación. 

Los científicos también han querido saber qué pasa dentro de nuestro cerebro cuando experimentamos este fenómeno y han hecho mediciones tanto con electroencefalograma como con resonancia magnética funcional. La actividad eléctrica revela el típico patrón de reconocimiento; el momento "ajá" en el que le encontramos sentido a algo. Cuando el cerebro descubre qué significa se produce una mayor coordinación entre áreas, mientras que mientras lo busca (ese rato en que no encontramos significado a las manchas negras y blancas) se produce un mayor reclutamiento cognitivo que explicaría esa sensación de "incomodidad". En la resonancia magnética, por su parte, se ha visto que una vez reconocida la imagen de la vaca hay una mayor actividad en el lóbulo temporal inferior, el mismo que se activa durante el reconocimiento de objetos familiares. En experimentos con monos e imágenes degradadas, realizados en 2004, también se ha visto que la actividad neuronal en la corteza aumenta cuando no reconocen el objeto, con especial atención en el área visual V4.

En resumen, este sencillo truco visual nos muestra cómo nuestro cerebro construye una imagen de un objeto juntando las señales que percibe de cada una de sus partes y dándole una coherencia. Si no consigue encontrar el patrón que le da sentido, permanece ciego ante la vaca que nos mira a los ojos, pero una vez que lo descubre, ya no puede dejar de construirlo.

Antonio Martínez Ron, Un animal te mira en esta imagen: ¿lo ves tú a él?, voz populi. com 23/02/2018

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