El feixisme és una tècnica política.



El fascismo se puede definir de muchas maneras. Para Loewenstein, el fascismo no es una ideología, sino una técnica política. Y, más en concreto, una técnica política orientada a la movilización emocional de los ciudadanos. Esto no significa, evidentemente, que en el discurso del fascismo no se encuentren ideas, sino que, en este discurso, las ideas tienen un carácter instrumental y que, por esta razón, cuando conviene, pueden sustituirse por otras que resulten más eficaces para movilizar las emociones y conquistar o conservar el poder por medio de esta movilización. Esta manera de considerar el fascismo no pone en el punto de mira el contenido de un programa, sino la forma de la propaganda. Y, según Lowenstein, lo que caracteriza formalmente la propaganda fascista es el recurso incendiario a las repeticiones, a las exageraciones y a las simplificaciones excesivas para generar una materia emotiva y sentimental políticamente manipulable. Un recurso que va del brazo del señalamiento de objetivos muy perfilados (judíos, masones, banqueros, ...) para focalizar el descontento. Y también, cuando el fascismo no tiene el poder, del aprovechamiento de los episodios de desafío al Estado para alimentar sentimientos de persecución, traición y martirio.

Josep Maria Ruiz Simon, Arqueología de Loewenstein, La Vanguardia 26/02/2019

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