Populisme i violència política en Estats Units.
El tiro en la nuca a la congresista demócrata Gabrielle Giffords y la masacre de quienes asistían a su acto político han conmocionado a EE.UU. y al mundo. Entre los muertos, Christina Taylor, una niña de 9 años interesada en la política. Se veía venir. La elección de Obama desencadenó un huracán de rabia y odio dirigido en particular contra la reforma del seguro de salud, denunciada como “socialista”. El Tea Party, un movimiento populista nacionalista liderado por Sarah Palin, se propagó jaleado por algunos medios de comunicación como la cadena Fox. El éxito republicano en las elecciones de noviembre fue impulsado por militantes del Tea Party, muchos de los cuales fueron elegidos, mientras la izquierda se desmovilizaba decepcionada por la moderación de Obama.En los meses precedentes la violencia simbólica de Palin y sus acólitos llegó al paroxismo.
Palin difundió un mapa marcando mediante un objetivo de tiro al blanco aquellas circunscripciones con demócratas que derrotar prioritariamente. Entre ellos aparecía Gabrielle Giffords. Para que no hubiera lugar a duda, el candidato republicano en ese distrito (al que Giffords derrotó por escaso margen) hizo su mitin en un club de tiro, blandiendo un fusil M16 que disparó al aire pidiendo a sus seguidores que dispararan también “para echar a Giffords del Congreso”. Y la noche que siguió a la aprobación de la ley de reforma de salud, la oficina electoral de Giffords fue atacada. Palin proclamó que “los americanos no se retiran, recargan”. Más de 40 congresistas han sido amenazados de muerte el pasado año. Ahora todos estos violentos verbales condenan la violencia cuando se practica, pero no hace falta mucha psicología cognitiva para entender cómo se construye la realidad a partir de estos materiales de líderes de opinión por parte de personas que combinan una rabia interior con un desequilibrio mental, como parece ser el caso del asesino Jared Loughner. La virulencia de este populismo es particularmente extrema en Arizona, donde se mezcla con la xenofobia antiinmigrante fomentada por los republicanos gobernantes. El propio sheriff de la policía de Tucson (uno de los pocos demócratas en la policía) denunció el clima político tóxico creado en Arizona como el caldo de cultivo donde se gestó esta masacre. Curiosamente, el juez federal (nombrado por Bush) que murió en el tiroteo había sido amenazado de muerte por apoyar la demanda judicial de un inmigrante contra su patrono.
¿De dónde viene este odio político que llega a poner en riesgo la convivencia ciudadana? Hay los ingredientes habituales: crisis económica, incertidumbre, paro, rabia de hombres blancos que ya no pueden mandar a sus mujeres y que pierden su privilegio racista de ser blancos, ideología antigobierno tradicional en EE.UU. y teorías conspirativas que surgen de la ignorancia y la alienación mental creciente en todas las sociedades. Algunos de los mensajes de Loughner en YouTube hablan del control de las mentes mediante las reglas gramaticales, una tesis de un activista de extrema derecha de Milwaukee, David Miller, muy popular en los ámbitos de milicias extremistas. Pero no se trata de un movimiento espontáneo de revuelta, aun que muchas frustraciones se canalicen por él. Se conocen los hilos a través de los cuales una parte de la élite capitalista de Estados Unidos financia y maneja el Tea Party. En particular, el billonario David Koch, presidente de Industrias Koch, un conglomerado con sede en Wichita que posee refinerías de petróleo, oleoductos y empresas madereras, con un capital de cientos de miles de millones de dólares. Koch creó en el 2004 una fundación –Americanos por la Prosperidad–, que hoy cuenta más de un millón de miembros, para combatir la intervención reguladora del Gobierno en la industria, abogar por la supresión de impuestos y oponerse a una amplia gama de programas gubernamentales, en particular a la protección del medio ambiente. Esta fundación creó centros de estudios, en especial en la Universidad George Mason de Virginia, para desprestigiar la constatación científica de que el cambio climático resulta de la acción humana. Así coinciden la ideología antigobierno con los intereses económicos de la industria. Americanos por la Prosperidad dio un apoyo decisivo a la expansión del Tea Party, a cuyas campañas electorales contribuyó con más de 100 millones de dólares. Puso también a disposición del Tea Party su red de conexiones con periodistas, medios de comunicación y servicios de estudios. Así que tras la movilización populista aparece una estrategia de una parte de la clase capitalista para acabar con la experiencia de Obama y evitar que vuelva a surgir una amenaza potencial al control de la Casa Blanca por las grandes empresas. Para que este movimiento arraigue hay que añadir otros componentes: racismo, xenofobia, nacionalismo, religión, defensa de la familia tradicional y el derecho a las armas. La violencia verbal remueve este brebaje infernal hasta convertirlo en explosivo.
Manuel Castells, Matar políticos, La Vanguardia, 15/01/2011
http://www.lavanguardia.es/opinion/articulos/20110115/54101251113/matar-politicos.html
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