Què és la poesia?
¿Y qué será escribir poesía? ¿Apagar el ruido de la muerte que entra al oído sin invitación? ¿Mezclar la propia voz con ese ruido para volverlo inútil, apaciguarlo al menos? Borges opinó que el noventa por ciento del arte no existiría si se supiera qué sigue a la muerte. La muerte sería entonces un accidente de la lengua. Homero avisó que los dioses envían desdichas a los mortales para que las cuenten. La palabra narra ese castigo y confiesa así sus límites. No conoce un Paraíso todavía.
Una antigua creencia árabe imagina que el poeta es un ser montado cada noche por un demonio que le exige arrancar a la lengua lo que la lengua niega. Esa tarea es ardua y el poeta insiste porque no tiene más remedio. Espera que la imaginación encuentre en la vivencia su justa expresión y las tres celebren una boda milagrosa. Bien dijo Dylan Thomas que el poeta persevera en su mester con la esperanza de que el milagro se produzca.
A diferencia de los sofistas, que buscaron convertir en razón la ambigüedad de la vida, el poeta desnuda la ambigüedad de la razón. No se lo propone. Escribe a la intemperie de sí mismo y nada más lo abriga. El techo que no tiene es infinito.
La crisis de la modernidad es muy profunda y va mucho más allá de lo económico. Hace años ya que se nos quiere uniformar el alma para convertirla en tierra fértil de cualquier autoritarismo. Impera un darwinismo social brutal y prepotente. La llamada globalización impulsa un genocidio más lento que el de los hornos crematorios, pero no menos bárbaro: se llama hambre. La poesía se levanta contra el empobrecimiento espiritual que todo ello acarrea. La poesía es resistencia no más porque existe.
La poesía viaja del misterio de uno al misterio de todos y en ese encuentro gana su transparencia. Pasa sin nombre, sin número, ajena al cálculo y la sumisión, corrige la fealdad y el desamor, abriga en sus tiendas de fuego. Entra en el lenguaje como cuerpo, corazón que interroga y no puede dormir, come los libros de la noche.
El poema se forja en el combate contra lo que no va a decir y así construye rostros que duran la eternidad de un resplandor, o de un miedo, una miseria, alguna dicha, un recuerdo que despertó y no sabe si va a la muerte o a vivir. El poeta necesita la abolición del mundo para entrar en sí mismo y su escritura. Entonces se metamorfosea y, como Odiseo cuando vuelve al hogar, entra en la poesía disfrazado de mendigo. Hace más de dos mil años le preguntaron al poeta indostán Qu Yuan qué era la poesía. Se quedó pensando en la respuesta y nunca más habló...
Juan Gelman, Esa realidad invisible, Babelia. El País, 22/01/2011
http://www.elpais.com/articulo/portada/realidad/invisible/elpepuculbab/20110122elpbabpor_8/Tes?print=1
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