Joan Pau II en el "cole" de Harry Potter seria l últim de la classe.

Con la acumulación de años me está viniendo una crisis espiritual de difícil solución, en la medida en que los cauces que siempre creí abiertos se tupen con maleza, zarzamora y hojarasca.

Yo, que soy castizo, pensaba que de dar el paso a la creencia absoluta, lo haría en la “religión verdadera”, pero dada mi condición vehemente, siempre ligado a las pasiones y, por tanto, alejado del equilibrio, me está defraudando esta luz que guía el camino de la verdad que, o bien parpadea, o la fuente emisora, en un afán de integración en las nuevas corrientes ecologistas, ha sido sustituida por otra de bajo consumo. Lo sobrenatural no es lo que era. Ahora van a hacer santo a Juan Pablo II y el milagro que le atribuyen, imprescindible para alcanzar tal condición, consiste en la curación de una monja que padecía de Parkinson tras rezar al sumo pontífice. Yo no me voy a meter en la cosa administrativa de las almas, pero hay que reconocer que este papa en el cole de Harry Potter sería el tonto de la clase. Superpoderes, lo que se dice superpoderes, como otros santos milagreros que en el mundo han sido, no tenía. Es más, resulta altamente sospechoso que con esa habilidad tan polarizada no fuera capaz de curarse el Parkinson a sí mismo. Todo induce a pensar que la prueba del milagro la ha pasado gracias al comodín del público. Hasta lo prodigioso es light: ¡Dónde quedan aquellos cojos que se acostaban con una pierna y se levantaban con dos! ¡Dónde las lluvias de ranas! ¡Dónde las plagas de almorranas a los filisteos!

Sólo quería encauzar mi alma, pero visto el nivel, voy a intentar la puerta grande: me voy a preparar para santo.

Gran Wyoming, Sin fe todo es confuso, Público, 23/01/2011

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