La veritat en calces.
Más de 4.000 mujeres se manifestaron en Granada el primer domingo de este mes, en el momento álgido de las Jornadas Feministas Estatales. Las organizadoras de Granada, 30 años después se ponen en contacto conmigo, indignadas. Ningún medio de comunicación, ni hablado ni escrito ni visual ni mímico ni siquiera bizco, se dignó cubrir la demostración callejera. La demostración callejera, insisto. De las Jornadas se dio puntual noticia en diversos medios –incluido éste–, y el asunto bien lo merecía, como les explicaré luego. De bote pronto, lo único que se me ocurrió preguntar a mis informantes fue:
–Pero ¿cómo ibais en la mani?
Me contestaron: “Cómo íbamos a ir… Con eslóganes, pancartas, lanzando consignas, cantando canciones…”. Chasqueé la lengua en un claro sonido de desaprobación que, como era por Internet, las otras ignoraron.
–Estas cosas hay que visualizarlas en bolas. En pelota picada. En cueros. De haberlo hecho, no os habrían faltado cámaras en torno, a la sazón.
Tuve que detallarles –aunque creo que ellas ya lo intuían– que el actual sinapismo que todos los medios de comunicación, todos, utilizan para curarse del mal de caída del interés del público no es otro que un emplasto de sexo más violencia más rarezas más sorpresas tontas más alarmas infundadas más sustos más miedo más… Si quieren tener el cuadro completo, vuelvan a empezar: sexo más violencia más…
Para que me entendieran mejor les conté la anécdota de una tienda que hay en Beirut, dedicada a la venta de cuadernos y otros artículos finos para la escritura. En el escaparate han puesto tremendo cartelazo que reza así, traducido del inglés: “Aquí se folla”. Más abajo, en letra pequeña: “Ahora que ya hemos atraído tu atención, por favor, entra y cómpranos algo”.
Tal es la actitud que, a falta de imaginación y carentes de seriedad, la mayoría de los medios tienen que adoptar para llevarse unos mirones a las páginas. Cuatro mil mujeres cargadas de razones y de razón no son noticia, pero un buen par de tetas asomando por encima de un cartel por una causa, sí. Tetas altas ganan por goleada a causas altas. (...)
La verdad tiene que quedarse en bragas para que se le haga relativo caso. Los hechos puntuales se van despachando, trufados de caramelillos: escándalos sexuales, escándalos económicos, escándalos políticos. Todo lo que no escandaliza no es, y todo lo que debería escandalizarnos de verdad se desliza hacia el desaguadero, perdido en la confusión.
–Pero ¿cómo ibais en la mani?
Me contestaron: “Cómo íbamos a ir… Con eslóganes, pancartas, lanzando consignas, cantando canciones…”. Chasqueé la lengua en un claro sonido de desaprobación que, como era por Internet, las otras ignoraron.
–Estas cosas hay que visualizarlas en bolas. En pelota picada. En cueros. De haberlo hecho, no os habrían faltado cámaras en torno, a la sazón.
Tuve que detallarles –aunque creo que ellas ya lo intuían– que el actual sinapismo que todos los medios de comunicación, todos, utilizan para curarse del mal de caída del interés del público no es otro que un emplasto de sexo más violencia más rarezas más sorpresas tontas más alarmas infundadas más sustos más miedo más… Si quieren tener el cuadro completo, vuelvan a empezar: sexo más violencia más…
Para que me entendieran mejor les conté la anécdota de una tienda que hay en Beirut, dedicada a la venta de cuadernos y otros artículos finos para la escritura. En el escaparate han puesto tremendo cartelazo que reza así, traducido del inglés: “Aquí se folla”. Más abajo, en letra pequeña: “Ahora que ya hemos atraído tu atención, por favor, entra y cómpranos algo”.
Tal es la actitud que, a falta de imaginación y carentes de seriedad, la mayoría de los medios tienen que adoptar para llevarse unos mirones a las páginas. Cuatro mil mujeres cargadas de razones y de razón no son noticia, pero un buen par de tetas asomando por encima de un cartel por una causa, sí. Tetas altas ganan por goleada a causas altas. (...)
La verdad tiene que quedarse en bragas para que se le haga relativo caso. Los hechos puntuales se van despachando, trufados de caramelillos: escándalos sexuales, escándalos económicos, escándalos políticos. Todo lo que no escandaliza no es, y todo lo que debería escandalizarnos de verdad se desliza hacia el desaguadero, perdido en la confusión.
Maruja Torres, 4.000 mujeres invisibles, El País Semanal, 27/12/2009
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