L´educació moral, una matèria inútil?


Si la virtud fuera mero conocimiento; si, como querían Sócrates y Platón, la pasión no fuera capaz de torcer un carácter formado y consciente, todo el peso de la educación debería recaer en la transmisión del conocimiento verdadero. Precisamente lo que, en principio, parece que la educación puede aportar.

Pero para los akráticos todo ese conocimiento no sirve, no impide que se introduzca un factor ajeno a la razón que se imponga a ésta y tome las riendas del comportamiento humano. Las pasiones, en particular, parecen así adquirir un protagonismo incómodo. Pues si la ética exige plasmarse en acciones, en comportamientos, y éstos no se rigen por la razón, que es lo único susceptible de ser educado, la posibilidad y utilidad de la ética quedan en entredicho. ¿Resultará finalmente que la ética (y, por tanto, la educación moral) es inútil para los afectados por esta desgracia de la incontinencia? Así parece sospecharlo el mismo Aristóteles en algunos pasajes ("Para tales personas [para los jóvenes que se dejan llevar por su sentimiento], el conocimiento resulta inútil, como para los incontinentes", Ética a Nicómaco, I, 3, 1095a9).

La consequencia que esto abre es que entonces, paradójicamente, la educación que puede aportar la ética es para los virtuosos, para los ya educados. Pues sólo ellos son los destinatarios adecuados de la enseñanza, solo ellos (...) pueden recibir los conocimientos éticos adecuados. En realidad también los akráticos los pueden recibir, pero no pueden sacar de ellos ningún provecho, pues son incapaces de ponerlos en práctica. Así pues, la única aportación de la educación será asentar lo que de alguna manera ya está presente en el educando.

Manuel Oriol Salgado, Pasiones y educación moral en la ética clásica, Diálogo Filosófico, Mayo/Agosto 2005

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