Grup social i adolescència.
Los bienpensantes sienten asco ante un punki, un neohippie o un skinhead. A mí el sentimiento que me priva es una pena muy grande. Más que nada porque donde los demás ven a un subversivo antisistema, a un melenudo atontolinado o a un fascista asqueroso, yo sólo veo a muchachos enfrentados a la peor época de su vida, a una adolescencia a la que intentan sobrevivir mediante su immersión en un colectivo que les ayude a olvidar que, como todos los demás seres más o menos humanos, están más solos que la una.
A la felicidad por el gregarismo. Este es el eslogan de toda tribu urbana. Un gregarismo, además, disfrazado de individualismo. Y conste que no lo digo con superioridad ni petulancia: en la adolescencia, con o sin uniforme, todos hemos formado parte de algún colectivo. Es una edad en la que te da todo tanto asco y te sientes tan solo que a la fuerza has de unirte a otros cientos de desorientados con los que escuchar las mismas canciones y hacerte la ilusión de que vais a alguna parte.
A la felicidad por el gregarismo. Este es el eslogan de toda tribu urbana. Un gregarismo, además, disfrazado de individualismo. Y conste que no lo digo con superioridad ni petulancia: en la adolescencia, con o sin uniforme, todos hemos formado parte de algún colectivo. Es una edad en la que te da todo tanto asco y te sientes tan solo que a la fuerza has de unirte a otros cientos de desorientados con los que escuchar las mismas canciones y hacerte la ilusión de que vais a alguna parte.
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