El contracte social hobbesià.







Hobbes expone su teoría política en Elementos del derecho natural, De cive y, más adelante, en el Leviatán. Se atribuye a sí mismo ser el iniciador de la filosofía política, igual que Galileo lo es de la física y Harvey de la fisiología. Para la filosofía anterior, basada en las aportaciones de Aristóteles, el hombre es un «animal político» o un «animal social», que tiende de forma natural e instintiva a la sociabilidad; para Hobbes, al contrario, esta no es natural, sino que es un acuerdo artificial, interesado y egoísta que nace del temor a los demás y tiene como objetivo de conseguir la seguridad.

En 1651, Hobbes publica la que será su obra más conocida: Leviatán, o La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil. El título hace referencia al nombre de un monstruo gigantesco e invencible que aparece en la Biblia. En Leviatán, Hobbes compara el Estado con un gran organismo compuesto por todos los individuos que forman la comunidad. Su teoría política defiende el Estado y el poder absolutos, aunque dice que cada persona tiene unos derechos individuales y que la sociedad procede de un contrato social; el poder no emana de Dios.

El hombre necesita un pacto o contrato social que ponga fin a esta situación y le permita ganar seguridad. Es un acuerdo realizado entre los miembros de un grupo. Se parte de la idea de que todos estos miembros están de acuerdo por voluntad propia con el contrato social y admiten la existencia de unas leyes a las que se someten.

A cambio tienen que ceder parte de su libertad y sus derechos al gobernante, que es el depositario de los derechos de la colectividad. Con el contrato social se levanta el Leviatán, al que le son transferidos los derechos y el poder de ejercer la violencia en caso necesario, una violencia legitimada por el propio pacto, puesto que esta es la que garantiza, bajo amenaza de castigo, que el pacto será respetado. Se construye así artificialmente la sociedad civil y un orden jerárquico de leyes.

El Estado es como un gigantesco hombre artificial, como Leviatán, compuesto por todos los individuos, creado para defender al hombre natural, que sin la existencia de este Estado estaría condenado a la guerra permanente. Este Estado está creado por el propio hombre. No es natural, sino artificial, como una máquina. Con este pacto, el hombre deja de ser un lobo para el hombre. Dentro de esta sociedad ya no hay lobos, solo hombres; los únicos lobos que quedan son los que están fuera del orden y tienen una posición de excluidos de ella.

En el caso de que el gobernante no sea capaz de proporcionar seguridad a la colectividad, sus miembros pueden considerar roto el pacto.

En Leviatán recoge Hobbes su famosa frase «el hombre es un lobo para el hombre», que toma, a su vez, de la obra Asinaria, de Plauto, en la que el autor dice que «cuando una persona te es desconocida, es para ti como un lobo y no como un hombre» (lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit). Esto es, que no es de fiar.

En estado natural, y sin la existencia de la sociedad y el Estado, el hombre no tiene limitación a su libertad, sin embargo vive en una continua inseguridad producida porque se guía por el instinto de supervivencia y el deseo de dominio sobre los demás. A esto Hobbes lo llama «estado de naturaleza». El hombre que retrata Hobbes busca su propio bien. El hombre sin Estado, o sin una sociedad oficialmente constituida, se encuentra en un estado de «guerra de todos contra todos».

Amalia Mosquera, Thomas Hobbes: materialismo filosófico y filosofía política, filco.es 30/06/2021


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