El cervell humà contra les pantalles.
En los países occidentales los niños menores de dos años pasan diariamente casi tres horas delante de una pantalla, entre los ocho y los 12 años están casi cinco horas al día, de los 13 a los 18 años su consumo roza las siete horas diarias... Si sumamos todo el tiempo que un chaval pasa entre los dos y los 18 años delante de una pantalla equivale a 30 años escolares, a más de 15 años de empleo a jornada laboral completa, a casi 40.000 episodios de Doctor House. Y eso sólo si medimos el uso de pantallas por motivos recreativos y dejamos fuera el tiempo que las utilizan en el colegio o para hacer deberes.
Hay quien minimiza el uso de las pantallas, pero la realidad es que tienen un efecto devastador. La inteligencia se basa en la capacidad de poder memorizar, y todo eso se ve gravemente afectado por el uso de dispositivos digitales. Las pantallas afectan a todo lo que nos hace humanos: al lenguaje, a la capacidad de pensar, de razonar, de memorizar... Numerosos estudios así lo corroboran. Además, yo estoy en contacto con muchos profesores, logopedas y psicólogos infantiles que no leen la literatura científica, pero que están en contacto con los niños. Y lo impresionante es que lo que ven coincide plenamente con lo que dicen los estudios.
Mark Bauerlein, profesor de la Universidad Emory en Atlanta (Georgia), que sostiene que esta es la generación más estúpida que haya habido nunca. Los científicos están de acuerdo en que el lenguaje, la capacidad de atención y la de memorización se han reducido en esta generación. Hoy existe la idea de que no hay que memorizar nada porque todo está en internet. Y sí, para hacer por ejemplo un algoritmo puedes ir a Google y buscar cómo se hace, el problema es que en tu cabeza tienes que tener todos los conocimientos anteriores. ¿Conoce los libros de Los Cinco?
Cuando yo era un chaval me encantaban Los Cinco. Hace poco compré un ejemplar nuevo y cuando lo leí me quedé muy decepcionado, me pareció que la escritura era muy mala, muy pobre. Pero encontré por mi casa una versión antigua de ese mismo libro, de hace 40 años, y al compararla con la nueva me quedé de piedra: habían suprimido todos los pretéritos perfectos e indefinidos, habían suprimido todas las descripciones (supongo que las considerarían aburridas) y habían suprimido muchísimo vocabulario. Me puse a analizar un capítulo y se habían cargado el 40% del vocabulario, la longitud de las frases se había reducido en más de un 15%... Hemos llegado al punto de que hay que reescribir los libros infantiles para que los niños de hoy los entiendan. Los profesores que llevan 15, 20 años enseñando también observan que ahora es más difícil hacerles entender a sus alumnos muchos conceptos. Vemos los efectos de las pantallas ya y en todos los campos: en los resultados académicos, en la literatura para niños...
... nadie es capaz de decir qué es exactamente lo que saben los niños. Algunos sostienen que son buenos con los ordenadores y buscando información, pero los estudios lo desmienten: un reciente informe de la Comisión Europea destaca que uno de los principales obstáculos para la digitalización de los colegios es la "escasa competencia digital de los estudiantes". Y un amplio estudio de la Universidad de Stanford concluye que la capacidad por parte de los miembros de la generación digital de extraer información disponible en internet es terriblemente baja, tan baja que consideran que representa "un peligro para la democracia". Los datos muestran que el uso de las pantallas tiene un enorme efecto negativo en la inteligencia y el desarrollo. Sólo por cómo las pantallas afectan al sueño estaría justificado que se tomaran acciones públicas, porque el sueño es la piedra angular de nuestra capacidad de aprendizaje y desarrollo.
... esta es una de las industrias más lucrativas que hay, una industria que genera al año billones de euros. No es nuevo que se dé la espalda a un problema de salud pública por motivos económicos: ha ocurrido exactamente lo mismo con el tabaco, con el cambio climático... Siempre es igual: al principio se niegan las evidencias y luego, cuando los datos son incontestables, se trata de minimizarlas. Ahora hay supuestos expertos que hablan de las bondades digitales, como antes algunos hablaban de las del tabaco. En Francia tenemos un psicólogo que lo hace, y se descubrió que era asesor de una compañía de videojuegos.
No es sólo que muchos lleven a sus hijos a colegios en los que no hay ordenadores, es que tampoco en casa les permiten usar el iPad u otros dispositivos digitales. A Steve Jobs le preguntó un día un periodista del New York Times que qué pensaban sus hijos del iPad, y le contestó que en su casa no había iPads ni ordenadores. El periodista se puso a investigar y descubrió que lo mismo ocurría con otros altos cargos de Silicon Valley. Un alto ejecutivo de Google también reconoció que sus hijos no usaban pantallas. Y el ex director editorial de la revista Wired, la biblia de las nuevas tecnologías, admitió que a sus cinco hijos les restringía el uso de dispositivos digitales porque sabía de primera mano los efectos que provocan. En Francia hay un libro de sociología que analiza por qué los hijos de las familias con más medios económicos obtienen mejores resultados académicos. Y la investigación realizada reveló que lo que tenían en común todas esas familias es que realmente protegían a sus hijos de las pantallas. La gente que sabe los efectos que causan las pantallas protege a sus hijos.
Andreas Schleicher, el coordinador del famoso informe Pisa, admitía recientemente sobre el uso de aparatos digitales en las escuelas y decía que "en realidad, empeoran las cosas". De hecho, todos los estudios realizados por el informe Pisa muestran que cuanto más gasta un país en educación digital, peores son sus resultados. Suecia, que hace años era un ejemplo por los resultados académicos de sus estudiantes, se ha convertido en el país que más rápido ha descendido en el informe Pisa. Hay quien dice que es por los inmigrantes. Pero otros opinan que probablemente sea por haber introducido ordenadores en los colegios.
¿Sabe qué es Baby Einstein? Son unos vídeos de Disney para bebés que se publicitaban como educativos. Pero se demostró que los críos que los veían tenían problemas de lenguaje, que su vocabulario era muy reducido. Un grupo de padres amenazó con ir a juicio y, antes de que eso ocurriera, Disney decidió pagar un montón de dinero y retirar la palabra educativo de esos productos. Las pantallas estoy seguro de que van a ser el próximo gran problema de salud pública. Pero hay mucho dinero por medio.
Hay quienes dicen que hay que vivir con los tiempos modernos. El problema es que el cerebro de los niños es un cerebro viejo, fruto de muchos años de evolución, y no ha sido diseñado para esa porquería. Un cerebro tiene necesidades, necesita interacción humana, necesita dormir, necesita actividad física (ahora sabemos que la actividad física es importante para que un cerebro madure), necesita estimulación y muchas otras cosas. Y nada de eso se lo proporcionan las pantallas. Por supuesto que el cerebro se puede adaptar. Pero que se adapte a una situación no quiere decir que funcione mejor que en otra. Si usted sube a lo alto de una montaña de 6.000 metros, se adapta. Pero no funcionará tan bien como al nivel del mar. Y con el cerebro es lo mismo: no funciona igual de bien en el ambiente para el que ha sido construido que en otro ambiente.
Irene Hernández Velasco, entrevista a Michel Desmurget: "A los 18 años un chaval ha pasado ante una pantalla el equivalente a 30 cursos escolares", elmundo.es 19/09/2020
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