Existeix una cultura de la violació?



Se tiene la impresión, en el marco del intenso debate en curso sobre las normas que regulan las relaciones entre los sexos, de que andan mezclándose dos problemas distintos. Y están mezclándose porque no pueden separarse nítidamente, pues uno de ellos proyecta inevitablemente su sombra sobre el otro. Porque nadie ha salido en defensa de la violencia sexual ni ha sugerido que el chantaje laboral sea un medio legítimo para acceder al cuerpo de otra persona: en eso estamos de acuerdo. ¡Sólo faltaba! La peligrosidad del hombre para la mujer –aunque también para los demás hombres– es un viejo dato de la cultura:  recordemos que Zeus rapta a Europa y que Troya arde porque Paris secuestra a Helena. Pero hoy no estamos discutiendo la legitimidad de estas conductas; el problema se plantea allí donde no parecen concurrir violencia ni intimidación. Porque es allí, justamente, donde, al decir de la crítica feminista, se produciría una intimidación no visible que constituye el sedimento psicosocial de milenios de dominio masculino sobre la mujer. De ahí que algunas comentaristas hablen de una «cultura de la violación» que no puede referirse únicamente a las agresiones sexuales propiamente dichas (tipificadas penalmente y socialmente rechazadas), sino a la sospecha de que la mayoría de las relaciones sexuales incorporan de manera implícita un componente intimidatorio. El rechazo de la violencia, pues, no es la cuestión; la cuestión es cómo definimos la violencia.
Manuel Arias Maldonado, Female gaze (II), Revista de Libros 24/01/2018

Vegeu també: Female Gaze (I)

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