Professions obsoletes.



Es bien curioso que los jugadores de póker vayan a desaparecer antes que el personal que dobla la ropa en la lavandería, que todavía tendrá trabajo durante cinco o seis años. Los ingenieros saben bien que las tareas que los humanos damos por triviales, como doblar una prenda o corregir un tropiezo contra el bordillo, son mucho más difíciles para los robots que los cometidos que solemos considerar más intelectuales, como jugar al ajedrez o diseñar experimentos de bioquímica metabólica. Es una paradoja interesante.
Después vendrán los operadores de banca telefónica, los alumnos que se ganan unas perras escribiéndoles el trabajo universitario a los colegas más obtusos, los compositores del tipo 40 Principales y los camioneros.
¿Y saben lo más gracioso? Que, según los expertos en inteligencia artificial, el último trabajo que se perderá es precisamente el de experto en inteligencia artificial. Ay, amigos, cuándo aprenderemos a relativizar nuestra excepcionalidad.
Javier Sampedro, Obsolescencia, El País 18/01/2018

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