Tot és relativament relatiu.



Con formas de cultura Terry Eagleton se refiere a la tan cacareada diversidad cultural del pensamiento posmoderno. "La diversidad no es un valor en sí mismo". "nadie necesita seis mil marcas de cereal para el desayuno" (...) No es lo mismo la diversidad étnica, que sí es un valor, que la diversidad consumista, que no lo es. Diversidad tampoco es lo mismo que pluralidad, pero se parecen mucho. "las distintas opiniones no deben valorarse simplemente porque son distintas", sino por el valor moral de lo que defienden o condenan. "Una opinión no es merecedora de respeto simplemente porque alguien la sostiene". "Hay formas de vida que no solo carecen de valor, sino que deberían ser extirpadas enérgicamente".  No resulta tan difícil saber lo que está bien y lo que está mal. Y que "un cierto grado de identidad y estabilidad" son mejores que "la desorientación permanente". Pero al parecer no todo el mundo está de acuerdo. Y no solo no está de acuerdo, sino que hace del desacuerdo su enseña. 

Otras de las discutibles premisas del pensamiento posmoderno es que todo es cultural. Y todo es cultural porque todo es relativo, lo que nos desarma ante comportamientos abiertamente nocivos, reprobables o criminales. El relativismo cultural lo justifica todo y considera "la neutralidad, la ecuanimidad y la objetividad ilusiones ideológicas". De ahí a considerar a la verdad como algo relativo y una ilusión ideológica más no hay más que un paso. "El relativismo cultural es una posición inverosímil", concluye con razón Eagleton. Dicho de otro modo: Todo es relativamente relativo. 

Manuel Arranz, ¿A quién le importa la cultura?, Claves de razón Práctica nº 256 Enero/Febrero 2018


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