El vel no és cap manament religiós.

Así se desprende de la lectura del Corán y sus suras (cada uno de los capítulos en los que se divide) y de la evolución sociocultural del pañuelo islámico. El libro sagrado de los musulmanes menciona esta cuestión en 10 ocasiones, pero no siempre en relación con la mujer. Y cuando sí se refiere a ella, lo hace en un sentido opuesto al que le otorga el credo islamista.
En la sura 38, versículo 32, en referencia al crepúsculo, el término hiyab aparece como separación entre la noche y el día y no como un código de vestimenta. En la sura 41, designa el velo de los que no logran comunicar; en la 57, se refiere al que impide al hombre ver a Dios, y en la 17, versículo 45 (‘Los hijos de Israel o el trayecto nocturno’), al velo que separa a los creyentes de los blasfemos.
Los dos únicos capítulos del Corán que tratan de manera explícita la cuestión del pañuelo con respecto a la mujer son el 33 y el 24. La sura 33 (‘La coalición’), en su versículo 53, dice: “Cuando les pidáis un objeto, hacedlo desde detrás de una cortina. Es más decoroso para vosotros y para ellas”. En el versículo 59 añade: “Profeta, di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con el manto. Es lo mejor para que se las distinga y no sean molestadas. Dios es indulgente, misericordioso”.
La sura 24 (‘La luz’), versículo 31, afirma: “Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y no muestren de sus atractivos [en público] sino lo que de ellos sea aparente; así pues, que se cubran el escote con el velo. Y que no muestren [nada más de] sus encantos a nadie salvo a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos (...) o a los niños que no saben de la desnudez de las mujeres; y que no hagan oscilar sus piernas [al caminar] a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos”. En este último caso, se trata de una sura dictada a causa de un incidente con Aicha, la mujer de Mahoma, que había sido importunada en uno de sus paseos. El Profeta condena el hostigamiento, impone a su mujer el no aparecer con una vestimenta que podría atraer la mirada de los impertinentes y pide a los hombres que respeten el carácter sagrado de su relación con el enviado de Dios. Hoy, 1.500 años después del acontecimiento, puede juzgarse como se quiera esta actitud, pero si hay que reírse de ella, también habría que mofarse de todo lo escrito en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
En todo esto no hay ninguna obligación ni imposición de un arquetipo de indumentaria, pero sí una recomendación. Llevar pañuelo no está en la lista de los preceptos del islam, es decir: la declaración de fe, las cinco oraciones diarias [salat], la peregrinación a la Meca [hajj], la caridad y el cumplimiento de las normas alimenticias de todo buen musulmán, mandamientos que, por otra parte, pocos fieles respetan en su totalidad.
El Profeta recomienda y nada más. Se trata de respetar sólo el pudor, y el mensaje tiene una vocación ética y no dogmática. Tiene que ver más con la tradición beduina y urbana de cubrir a las mujeres que con el burka asiático [vestido que cubre todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, con una rejilla a la altura del rostro que permite respirar]. Éste tampoco constituye, por otro lado, un aspecto de la religión, sino una costumbre, tanto en el desierto de Arabia como en las regiones del oeste de Asia. Son tradiciones menos determinadas por una obligación religiosa dictada por el islam que por hábitos nacidos de las estructuras antropológicas de los sistemas tribales de esas regiones.
Es verdad que el islam chií, asiático y más rigorista, se ha desmarcado desde el principio del suní, mediterráneo y más tolerante –a excepción de Afganistán y de la vertiente suní del wahabismo existente en Arabia Saudí–, mostrando una concepción dogmática de la religión y situando a la mujer en un estatus de sumisión mayor. Sin embargo, esto proviene menos de la religión propiamente dicha que del fondo cultural en el que se inscribe.

Sami Naïr, El velo, Foreing Policy Edición Española, Junio-Julio 2007
http://www.fp-es.org/el-velo

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