La voluntat cansada.
La voluntad es una de las facultades del alma que más atención
requieren. Las otras son memoria e inteligencia que se tienen o no se
tienen y apenas merecen mucha más conversación.
Sin embargo, respecto
a la voluntad todo el mundo tiene algo que decir y predicar. En primer
lugar, los pecados vuelven a aparecer no ya con con la memoria o la
inteligencia sino mediante el necesario relajo de la voluntad. Sin
voluntad no se llega muy lejos mientras que con la memoria pueden
traspasarse decenios y con la inteligencia estratos de interminable
composición interior. Curiosamente, no se magnifica tanto la
inteligencia en una oersdona cuando a su lado se encuentra alguien con
un denuedo muy superior. La inteligencia es brillante y asombrosa pero
siempre es más significativamente humana que la voluntad.
La
voluntad se recibe como un don que el Creador ha repartido al tun tun y
depende de cada uno ponerla además en movimiento para que dé frutos.
Cuando se trata de vencer una fuerza adversa, una tentación, una
adicción, un desengaño se acude a la voluntad como la fuerza más
decisiva para doblegar al mal. Sin embargo, la inteligencia y la
memoria, deberían también participar en una medida semejante. Casi
todos los amigos que en el pasado murieron por una sobredosis o
siguieron enganchados a la heroína, eran en diferentes acepciones
tontos. Los más listos escaparon de esa sevicia y enderezaron sus vidas.
Igualmente la lúcida memoria de uno mismo en mala situación
pasada coopera en resolver esa circunstancia. Todo ello, sin embargo,
con la voluntad como poste o bate central de la decisión. Las otras
facultades del alma colaboran pero lo hacen con una sutileza que no
posee el ejercicio de la voluntad. La voluntad se relaciona así con la
rudeza, la potencia de los bueyes de tiro, la repetición del martillo
sobre la resistencia del muro, Y, en efecto, nos damos contra un muro
sin traspasarlo cuando la voluntad, como suele suceder, se halla menos
musculada que el obstáculo y apenas recibe la cooperación de calidad
más cerebral. Una vez y otra vez, el mundo se presenta poblado de bultos
nefandos que la memoria o la inteligencia sortean mientras la voluntad
se encarga de hacerles frente y se empeña en la tarea de su reiterada e
interminable destrucción. Sísifo agotado sabia a la perfección de lo
que hablaba.
Vicente Verdú, La voluntad, El Boomeran(g), 18/04/2013
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