Excelgate.
¿Pudo un error en una hoja de cálculo haber destruido casi por completo la economía de Occidente?, se pregunta Paul Krugman en su tribuna “La depresión de Excel”. “¿Cuántos puestos de trabajo se han perdido por culpa de Rogoff y Reinhart”? inquiere Dean Baker en The Guardian .
El escándalo
en torno al fallido trabajo académico de Reinhart y Rogoff sobre la el
crecimiento y el endeudamiento ha vuelto a poner encima de la mesa las delgadas
líneas que en muchas ocasiones separan el análisis económico de la ideología
política (el texto original de Herdnon, Ash y Pollin, está aquí: Does
High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart
and Rogoff)
El caso, que bien podríamos denominar como el “Excelgate” (Descargar HAP-RR-GITD-code) ha
dejado por lo suelos la reputación de Reinhart y Rogoff, dos hasta la fecha
respetadísimos académicos por, entre muchos trabajos considerados de primera
fila, su imprescindible estudio “Esta vez
es distinto: ocho siglos de necedad financiera” sobre crisis de deuda,
burbujas financieras y bancarrotas a lo largo de la historia.
Lean la entrada de Luis Garicano “El error de Reinhart y
Rogoff” en el blog Nada es Gratis y se quedaran boquiabiertos: casos que faltan, errores de
codificación y mediciones mal ponderadas. “¿Cómo es posible”, se pregunta Garicano, “que dos economistas de tanto
prestigio cometieran errores tan de principiante como excluir del análisis
precisamente los datos que desmentían su análisis sobre las consecuencias de un endeudamiento
excesivo?”
Sin duda que, como académicos, Reinhart y Rogoff han fallado
estrepitosamente (vean aquí su
respuesta). Si la academia debe contribuir al debate público con datos
contrastados y análisis informados, este desde luego no ha sido el caso. Al
contrario, el trabajo de Reinhart y Rogoff, citado en repetidas ocasiones por
el Ministro alemán de Hacienda, Wolfgang Schäuble, para justificar las
decisiones políticas de la eurozona, ha servido para reforzar los prejuicios en
lugar de para desmonatarlos.
Por fortuna, tal y como está estructurado hoy el
conocimiento, su error ha podido ser detectado por otros economistas y puesto al descubierto (para una versión resumida, véase Robert Pollin y Michael
Ash “Why
Reinhart and Rogoff are wrong about austerity”, Financial Times 18 abril 2013).
Sin embargo, detrás de todo ello queda una enorme
preocupación: coincidiendo con la reunión de primavera del FMI, la impresión
dominante entre los expertos es la de perplejidad. Pocos lo confiesan en
público, pero la mayoría de los expertos no terminan de entender qué es lo que
le está pasando a las economías avanzadas, que no despegan a pesar de tener
tipo de interés sumamente bajos. “Los
banqueros centrales vuelan a ciegas” concluía de forma alarmante Financial Times el pasado día 18.
No es la primera vez en la historia que la ceguera y necedad
de unos políticos aferrados a modelos erróneos desencadena un conflicto. En su
famoso estudio “Las
consecuencias económicas de la paz”, Keynes avisó del suicidio que suponía
hacer pagar reparaciones de guerra a Alemania, “Si aspiramos deliberadamente al
empobrecimiento de la Europa central, la venganza, no dudo en predecirlo, no
tardará”.
No pretendo trazar una analogía bélica con el actual empobrecimiento
del sur de Europa, sino simplemente mostrar mi preocupación porque la política
de austeridad genere tal nivel de resentimiento que, sin llegar a la guerra, haga el proyecto europeo
inviable.
José Ignacio Torreblanca, Las consecuencias económicas del Excelgate, Café Steiner, 22/04/2013
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