Les simulacions no són il·lusions.
"Las simulaciones no son ilusiones", escribe Chalmers en su nuevo libro, 'Reality+: Virtual Worlds And The Problems of Philosophy' (W. W. Norton & Company, 2022). "Los mundos virtuales son reales. Los objetos virtuales son reales. No son lo mismo que los objetos no virtuales, pero una silla virtual se crea por procesos digitales, al igual que una silla física está hecha de átomos y de quarks. Nunca podremos probar que no estamos en una simulación hecha por ordenador porque cualquier evidencia de la realidad ordinaria podría simularse".
En realidad, las teorías de Chalmers no son para nada disparatadas. La emergencia del mundo virtual y su definitiva fusión con el físico cada vez está más cerca. No solo por la cantidad de productos y empresas que están apareciendo en los últimos meses (el metaverso de Facebook, las gafas de realidad aumentada...), sino por todas las situaciones que también nos han hecho llegar hasta aquí y, poco a poco, han determinado nuestra manera de actuar en la realidad (entendida ya como el conjunto de objetos físicos y virtuales). Así lo comprende el periodista Jason Kehe en un interesante artículo publicado en la revista 'Wired' en el que repasa las teorías de Chalmers y ve un proceso histórico lógico según el cual cada vez hemos ido aceptando más esas imágenes virtuales como parte de nuestro mundo físico, hasta el punto de ser indistinguibles.
"A medida que avanza la tecnología, las lentes de realidad aumentada pueden ser reemplazadas por implantes de retina o en el propio cerebro", argumenta Kehe. "Una interfaz cerebro-ordenador permitiría pasar por alto nuestros ojos y otros órganos de los sentidos, brindando acceso a una amplia gama de experiencias sensitivas simuladas. Esto transformará la forma en la que vivimos, trabajamos y pensamos". Tomando otra sentencia del libro de Chalmers: "Supongo que dentro de un siglo tendremos realidades virtuales que no se pueden distinguir del mundo no virtual".
Del mismo modo en que las gafas de realidad aumentada 3D nos inducen de una sensación de vértigo o mareo a pesar de que estemos sentados en una silla, la realidad virtual tendrá la capacidad de alterar nuestras percepciones visuales, olfativas, auditivas y táctiles hasta el punto de no poder distinguir qué es lo físico y qué lo digital, pues ambas esferas parecen estar compuestas de dos elementos distintos que en el fondo son lo mismo o tienen unas funciones similares a la hora de agregarse para dar forma a la realidad: unas de átomos y quarks, otras de píxeles, unos y ceros.
Chalmers va más allá y cree que nunca podremos demostrar si en realidad este mundo que habitamos es ya virtual. Esto, irremediablemente, nos lleva a preguntarnos por la existencia de un Dios o demiurgo que a partir de un hardware (la materia existente, el universo, los elementos químicos) y un software (las leyes físicas) haya programado todo lo visible. "Siempre me consideré ateo", escribe en el libro. "Pero ahora, la hipótesis de la simulación me ha hecho reflexionar sobre la existencia de un dios como nunca antes".
Enrique Zamorano, El filósofo que te hará creer de una vez por todas que vivimos en una simulación informática, El Confidencial 01/05/2022
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