La filosofia no garanteix res
La filosofía es una disposición vital, un dejarse tocar por la palabra conceptual, un disponerse a ser transformado en lo más íntimo del ser, una práctica de vida sin garantías. Cualquier problema que abordemos desde una mirada filosófica, es un problema que está inscrito siempre en los cuerpos de quienes les dan vida y lo soporta. Si partimos de una concepción de la filosofía como praxis conceptual, esto es, la filosofía como un tipo de racionalidad que opera construyendo realidades, inventado, desestabilizando y moviendo conceptos, entonces la práctica de la filosofía no trata de palabras teóricas vacías, mero juego de palabras, sino de palabras inscritas en el mundo y en el cuerpo de quien las enuncia, desde las preguntas que nos ponen las situaciones de vida que atravesamos. Así, la historia de la filosofía no es la historia de las discusiones y batallas de corrientes de pensamiento y tradiciones a las que acercarse y conocer a través de sus teorías, torsiones, cortes internos y proyecciones hermenéuticas con voluntad enciclopédica; la historia de la filosofía es la historia de la batalla de cuerpos contra cuerpos.
Filosofar no garantiza nada, pero “la filosofía es un hermoso riesgo que hay que correr”, dice Sócrates en las últimas páginas del Fedón. Es un punto de fuego, pero no un lugar de refugio. Es un principio de pánico. No trata de construir falsas y petrificadas verdades eternas, sino vivir nuestro propio tiempo incorporando todo el orden y el desorden del mundo. No es un saber acabado, es un ethos, un hábito, una tarea de elucidación filosófica de la experiencia. Hace falta siempre algún quiebre, alguna fisura que inicie la pregunta filosófica. Ésta no puede ser nunca reducida a una unidad, solo podemos penetrar en ella desde las grietas de sus formas desbordantes, disruptivas, proliferantes y rizomáticas.
La idea filosófica más pertinente no es aquella que mejor se vincula, y se corresponde, a alguna idea de verdad, sino aquella capaz de crear mundos habitables. Pero un mundo habitable no es solo un lugar de cobijo, es también un espacio en el que ser lastimado, un lugar que siembra el terror sobre eso que llamamos “sentido común”. Romper códigos es siempre un acto violento. Pensar es abrir un campo de batalla que no está dado.
Antonio Gómez Villar, Capítulo 1: ¿Qué es la filosofia?, Catalunya Plural 11/10/2020
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