Transparència i efecte panòptic (Byung-Chul Han).
El Roto |
Bajo el dictado de la transparencia, las opiniones disidentes o las ideas
no usuales ni siquiera llegan a verbalizarse. Apenas se osa algo. El imperativo
de la transparencia engendra una fuerte coacción y conformismo. Y, lo mismo que
la permanente vigilancia a través del vídeo, hace surgir el sentimiento de
estar vigilados. Ahí está su efecto panóptico. En definitiva, se llega a una
unificación de la comunicación, o a la repetición de lo igual… (Sin mediación,
16)
En el panóptico digital no es posible ninguna confianza, y ni siquiera es
necesaria. La confianza es un acto de fe,
que queda obsoleto ante informaciones fácilmente disponibles. La sociedad de la
información desacredita toda fe. La confianza hace posibles las relaciones con
otros sin conocimiento exacto de estas. La posibilidad de una obtención fácil y
rápida de información es perjudicial a la confianza. Desde este punto de vista,
la crisis actual de la confianza se debe a los medios de comunicación. La
conexión digital facilita la obtención de información, de tal manera que la
confianza como praxis social pierde importancia en medida creciente. Cede el
puesto al control. Así, la sociedad de la transparencia está cerca
estructuralmente de la sociedad de la vigilancia. Donde las informaciones
pueden obtenerse con gran facilidad y rapidez, el sistema social de la
confianza pasa al control y a la transparencia.
Cada clic que hago queda almacenado. Cada paso que doy puede rastrearse
hacia atrás. En todas partes dejamos huellas digitales. Nuestra vida digital se
reproduce exactamente en la red. La posibilidad de una protocolización total de
la vida suplanta enteramente la confianza por el control. En lugar del Big Brother aparecen los big data (grandes datos). La
protocolización total, sin lagunas, de la vida consuma la sociedad de la
transparencia.
La sociedad digital de la vigilancia muestra una especial estructura
panóptica. El panóptico de Bentham
consta de celdas aisladas entre sí. Los residentes no pueden comunicarse entre
ellos. Los muros hacen que los residentes no puedan verse. Con el fin de
mejorar, son expuestos a la soledad. En cambio, los habitantes del panóptico
digital crean una red y se comunican intensamente entre ellos. Lo que hace
posible el control total no es el aislamiento espacial y comunicativo, sino el
enlace en red y la hipercomunicación. (Protocolización general de la vida, 45)
Vigilancia y control son una parte inherente
a la comunicación digital. Lo peculiar del panóptico digital consiste en que
comienza a desaparecer la diferencia entre el Big Brother y los habitantes. Aquí cada uno observa y vigila al
otro. No solo nos vigila el servicio secreto del Estado. Empresas como Facebook
y Google trabajan ellas mismas como servicios secretos. Iluminan nuestras vidas
para sacar capital de las observaciones obtenidas mediante el fisgoneo. Las
empresas espían a sus empleados. Los bancos examinan con lupa a potenciales
clientes de crédito.(…) En realidad, (se)
deshace por completo la confianza y la sustituye por el control. (Protocolización
general de la vida, 46)
El mercado de vigilancia en el Estado democrático se acerca peligrosamente
al estado de vigilancia digital. En la actual sociedad de la información, en la
que el Estado y el mercado se fusionan cada vez más, la actividad de Google o
Facebook se acerca a la de un servicio secreto. Se sirven con frecuencia del
mismo personal. Y los algoritmos de Facebook, de la bolsa y del servicio
secreto llevan a cabo operaciones semejantes. Se aspira en todas partes a un
rendimiento máximo de la información. (Protocolización general de la vida, 46)
Por una adaptación nada espectacular al «Protocolo de internet versión 6»,
el número disponible de direcciones de web
es hoy casi ilimitado. Así, es posible proveer cada cosa en la vida cotidiana
con una dirección de internet. Los chips de rfid
(identificadores de radiofrecuencia) convierten las cosas mismas en emisoras
activas y actoras de la comunicación, que envían informaciones de forma
autónoma y se comunican entre sí. Este internet de las cosas consuma la sociedad
del control. Nos observan cosas que nos rodean. Ahora nos vigilan también las
cosas que usamos en la vida cotidiana. Ellas envían informaciones sin pausas
sobre nuestro hacer y omitir. Contribuyen activamente a la protocolización
total de nuestra vida. (Protocolización general de la vida, 46)
Precisamente, las Google Glass hacen posible que extraños nos fotografíen y
filmen sin cesar. Mediante las gafas de datos cada uno lleva consigo, en la
práctica, una cámara de vigilancia. Es
más, las gafas de datos transforman el ojo humano mismo en una cámara de
vigilancia. El ver coincide por entero con la vigilancia. Cada uno vigila
al otro. Cada uno es Gran Hermano y prisionero a la vez. Ahí tenemos la
consumación digital del panóptico de Bentham.
(Protocolización general de la vida, 46-47)
Byung-Chul Han, En el
enjambre, Herder, Barna 2014
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