Fenomenologia del m’agrada (Byung-Chul Han).
La parte verbal de la comunicación es muy escasa. El núcleo de la
comunicación está constituido por las formas no verbales, tales como los
gestos, la expresión de la cara, el lenguaje corporal. Esas formas confieren a
la comunicación su carácter táctil. Con la dimensión táctil no nos referimos al
contacto corporal, sino a la pluralidad de dimensiones y estratos en la
percepción humana, que no se reduce a lo visual, sino que implica también la
participación de otros sentidos. El medio digital despoja la comunicación de su
carácter táctil y corporal. (El listo Hans, 18)
Por la eficiencia y comodidad de la comunicación digital evitamos cada vez
más el contacto directo con las personas reales, es más, con lo real en
general. El medio digital hace que desaparezca el enfrente real. Lo registra
como resistencia. Así pues, la comunicación digital carece de cuerpo y de
rostro. Lo digital somete a una reconstrucción radical la tríada lacaniana de
lo real, lo imaginario y lo simbólico. Desmonta lo real y totaliza lo
imaginario. El smartphone hace las
veces de un espejo digital para la nueva edición posinfantil del estadio del
espejo. Abre un estadio narcisista, una esfera de lo imaginario, en la que yo
me incluyo. A través del smartphone
no habla el otro. (El listo Hans, 18)
El smartphone es un aparato
digital que trabaja con un input-output
pobre en complejidad. Borra toda forma de negatividad. Con ello se olvida de pensar de una manera compleja.
Y deja atrofiar formas de conducta que exigen una amplitud temporal o una amplitud
de mirada. Fomenta la visión a corto
plazo. Fomenta el corto plazo y la mirada de corto alcance, y ofusca la de larga duración y lo lento. El me gusta sin lagunas engendra un espacio
de positividad. La experiencia, como irrupción de lo otro, en virtud de su negatividad interrumpe el narcisismo imaginario.
La positividad, que es inherente a lo digital, reduce la posibilidad de tal
experiencia. La positividad continúa lo igual.
El teléfono inteligente, como lo digital en general, debilita la capacidad de
comportarse con la negatividad. (El listo Hans, 18-19).
Antes percibíamos nuestro enfrente —por ejemplo, la imagen— prestando más
atención a la cara o a la mirada que hoy, a saber, como algo que me mira, que
se mantiene en su propio crecimiento, en una autonomía, o en una vida propia;
en síntesis, como algo que se mantiene
enfrente, o que me graba desde ahí
enfrente. Sin duda antes el enfrente poseía más negatividad, más contra que hoy. En la actualidad,
desaparece cada vez más el rostro que está enfrente, que me mira, me afecta o
que sopla en contra. Antes había más mirada, a través de la cual se anuncia el otro, como dice Sartre. Este no refiere la mirada solo al ojo humano, además
experimenta el mundo mismo como dotado de mirada. El otro como mirada está en
todas partes. Las cosas mismas nos miran … (El listo Hans, 19)
El hecho de que tengamos que pasar de largo sin mirarnos no es culpa
exclusiva de la óptica de la cámara. Apunta más bien a la falta de mirada por principio, a la ausencia del
otro. El medio digital nos aleja cada vez más del otro. (El listo Hans, 19)
El creciente narcisismo de la percepción hace desaparecer la mirada, hace
desaparecer al otro. (El listo Hans, 19)
El palpar con la punta de los dedos en la pantalla táctil (touchscreen) es una acción que tiene una
consecuencia en la relación con el otro. Elimina aquella distancia que
constituye al otro en su alteridad. Se puede palpar la imagen, tocarla
directamente, porque ha perdido ya la mirada, la faz. Al tocar con la yema de
los dedos, yo dispongo del otro. Alejamos al otro con la punta de los dedos
para hacer aparecer allí nuestra imagen reflejada. (…) La pantalla táctil del
teléfono inteligente podría llamarse la pantalla transparente. Carece de
mirada. (El listo Hans, 20)
También el amor se despliega en el arco de la tensión negativa del odio.
Así mora en el mismo orden que verdadero y falso, o bueno y malo. La
negatividad lo distingue del me gusta, que es positivo y, por tanto, acumulable
y aditivo. Tanto a los amigos de Facebook como a los concurrentes les falta la
negatividad, que distingue el «amigo» del «enemigo» en el sentido de Carl Schmitt. Cercanía y lejanía
también pertenecen al orden terrenal. Lo digital aniquila ambas cosas a favor
de la falta de distancia, que significa una simple eliminación de la distancia.
La falta de distancia es una dimensión positiva: le falta la negatividad, que
caracteriza la cercanía. En ella está inscrita la lejanía. A la
comunicación digital le es extraño el «dolor de la cercanía de lo lejano» (M. Heidegger, Conferencias y
artículos, Serbal, 1994, p. 154).
El espíritu despierta en presencia de lo otro. La negatividad del otro
lo conserva en la vida. Quien está referido tan solo a sí mismo, quien se
aferra a sí mismo, carece de espíritu. El espíritu está caracterizado por la
capacidad de «soportar la negación de su inmediatez individual, el dolor
infinito» (G.W.F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas,
Madrid, Alianza 1997, p. 436, párrafo 392). Lo positivo, que borra toda
negatividad de lo otro, se atrofia para convertirse en «ser muerto» (Íd, Ciencia
de la lógica, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1993, p. 194). Solo el
espíritu, que irrumpe desde la «simple relación consigo» (Íd, Enciclopedia, cfr. supra.), hace experiencias. No es
posible ninguna experiencia sin dolor, sin negatividad de lo otro, en el exceso
de positividad. Se viaja en todas las direcciones, sin llegar a una
experiencia. Se cuenta sin fin, sin poder narrar. Se toma nota de todas las
cosas, sin conseguir un conocimiento. El dolor, ese sentimiento de umbral en
presencia de lo otro, es el medio del espíritu. Espíritu es dolor. La
fenomenología del espíritu de Hegel
describe una vía dolorosa. En cambio,
la fenomenología de lo digital está libre de lo otro dialéctico del espíritu.
Es una fenomenología del me gusta. (La ley de la tierra, 34-35)
Byung-Chul Han, En el
enjambre, Herder, Barna 2014
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