Homo digitalis (Byund-Chul Han).
El homo digitalis es cualquier
cosa menos nadie. Él mantiene su
identidad privada, aun cuando se presente como parte del enjambre. En efecto,
se manifiesta de manera anónima, pero por lo regular tiene un perfil y trabaja
incesantemente para optimizarlo. En lugar de ser nadie, es un alguien
penetrante, que se expone y solicita la atención. En cambio, el nadie de
los medios de masas no exige para sí ninguna atención. Su identidad privada
está disuelta. Se disuelve en la masa. Y en esto consiste también su
dicha. No puede ser anónimo porque es
un nadie. Ciertamente, el homo digitalis se presenta con
frecuencia de manera anónima, pero no es ningún nadie, sino que es un alguien, a saber, un alguien anónimo. (En el enjambre, 12)
El mundo del hombre digital
muestra, además, una topología del todo distinta. Le son extraños los espacios
como los estadios deportivos o los anfiteatros, es decir, los lugares de
congregación de masas. Los habitantes digitales de la red no se congregan. Les
falta la intimidad de la congregación,
que produciría un nosotros.
Constituyen una concentración sin
congregación, una multitud sin
interioridad, un conjunto sin
interioridad, sin alma o espíritu. Son ante todo Hikikomoris (personas que
viven al margen de la sociedad. Por ejemplo, alguien que se pasa el día entero ante
los medios audiovisuales, apenas sin salir de casa) aislados, singularizados,
que se sientan solitarios ante el display
(monitor). Medios electrónicos como la radio congregan a hombres, mientras que
los medios digitales los aíslan.
Byung-Chul Han, En el
enjambre, Herder, Barna 2014
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