Contingència, deliberació i política en Aristòtil (II).
La democracia es ciertamente un régimen mediocre (Política, IV, 2, 1289b 4), el peor de los mejores gobiernos y el mejor de los peores, decía ya Platón (Político, 303a/Aristóteles, Política IV, 2, 1289b 6-9), pero esa mediocridad misma, que la aleja de los grandes designios como de las grandes aberraciones (Política, IV, 2, 1289a 38, IV, 10, 1295a 1-24), es el reflejo del mundo en que vivimos.
Siendo las cosas lo que son y el hombre lo que es conviene buscar en todo
no lo mejor absolutamente, sino lo mejor posible dadas las circunstancias. (Política, IV, 1, 1288b, 25-26). (132)
“si cada uno en particular es peor juez que aquellos que saben, el pueblo
reunido es mejor o al menos no es peor” (Política
III, 11, 1202a 17, 1281a 39b 10, 1282 a 34-41) (133).
La deliberación representa la vía humana, es decir, la de un hombre si no
totalmente sabio, no totalmente ignorante, en un mundo que no es totalmente
racional ni totalmente absurdo, y que, sin embargo, conviene ordenar usando las
deficientes mediaciones que nos ofrece. (134)
El concepto deliberación está tomado de la práctica política. (134)
La deliberación no trata del fin, sino de los medios, no sobre el bien,
sino sobre lo útil. La deliberación en cuanto tal puede ser puesta al servicio
del mal. (134)
La sabiduría trata de lo necesario, ignora lo que nace y perece (EN VI 13,
1143b 20), es, pues, inmutable como su objeto (EN VI 7, 1141ª 24); la phrónesis trata de lo contingente (EN
VI, 5, 1140b 27, 6; 1140b 36; 8, 1141b 11), es variable según los individuos y
las circunstancias (EN VI, 7. 1141ª 25).
Así como la sabiduría es presentada en otro lugar como una forma de saber
que sobrepasa la condición humana (Metafísica
A, 2, 982b 28), la phrónesis debe a
su carácter humano, demasiado humano, el lugar de un rango que ya no es el
primero.
Es absurdo pensar que la prudencia sea la forma más elevada del saber, si es
verdad que el hombre no es aquello que hay de más excelente en el Universo.
(EN, VI, 7, 1141a 20) (17)
No se puede dudar que el tema teológico de un Dios lejano, cuyo poder
decrece en la misma medida de su alejamiento respecto de las cosas es en Aristóteles el origen del tema
cosmológico de la contingencia. (100)
Pierre Aubenque, La
prudencia en Aristóteles, Crítica, Barna 1999 (1963)
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