Més enllà de la física.
Es bien sabido que la física cuántica tiene un enorme peso en debates que trascienden los límites de la disciplina, y concretamente en la filosofía de la ciencia de nuestros días. Obviamente los especialistas de esta rama de la filosofía están al corriente de los avatares científicos que condujeron a la mecánica cuántica, de su formalismo matemático, de las controversias a las que ha dado lugar y de la disparidad de interpretaciones de la misma; además a menudo son ellos mismos físicos, o han complementado su carrera de filosofía con estudios en el departamento de física. Pero sin embargo, con toda legitimidad, también filósofos de otras ramas se ven atraídos por los problemas que la física cuántica plantea, hasta el extremo de sentirlos como propios, aunque sean conscientes de que el bagaje técnico del que disponen sea excesivamente limitado.
La filosofía, por tener matriz en la física "cualitativa" de los pensadores jónicos, es en consecuencia esencialmente meta-física, mas una vez surgida tiene sus propios problemas, y sus propios objetivos. Objetivos, como Aristóteles indicaba, no subordinados a interés parcial alguno, objetivos literalmente finales. Un ejemplo:
Forjar las condiciones experimentales (en el espacio de un laboratorio clásico o en la distancia que separa islas) que permitan demostrar la existencia de correlaciones entre partículas que desafían el principio de localidad es algo que concierne a los físicos. Y que los resultados sean o no los esperados, determinará el grado de reconocimiento que el experimentador llegue a alcanzar por parte de sus colegas, en el seno de la disciplina. El físico ayuda así a que el problema de la localidad se erija en protagonista.
Sin embargo el problema mismo de la localidad no es ya asunto que concierne primordialmente al físico, de la misma manera que, nos dice Aristóteles, ocuparse del principio de contradicción no es cosa del matemático (ejemplo este al que ya he recurrido en otras ocasiones), sino del filósofo.
Ciertamente el principio de no contradicción sólo viene a ser objeto de la atención del Estagirita como resultado de que alguien pretendía cuestionar su legislación, no sólo sobre las cosas sino también sobre el pensamiento (Aristóteles a atribuye tal tesis a algunos que se amparaban en Heráclito y no a Heráclito mismo, pero eso es ahora secundario). También la vigencia del principio de localidad en el orden natural era una idea no reflexionada en nuestro cotidiano lazo con la naturaleza, hasta que...la física cuántica la pone en entredicho. La diferencia entre los dos ejemplos es que, por así decirlo, las observaciones de los físicos cuánticos tiene más crédito entre nosotros del que la opinión de los pseudo- heracliteanos tenía para Aristóteles, pero el proceso es análogo: sin algún hecho o discurso que lance una sombra sobre lo que legisla, la sumisión pasiva es la regla. Vivimos en conformidad al principio de localidad, aunque no hayamos nunca reflexionado sobre el mismo y de hecho tal reflexión sólo comienza porque los físicos comprueban con estupor que la naturaleza no siempre responde a tal principio. Mas una vez generada la inquietud, ya no cuenta tanto la fuente. Para decirlo sin ambages:
Una vez que el físico nos ha demostrado que la naturaleza no siempre es local, dejamos la física para preguntarnos qué es lo que la localidad significa. Tal reflexión no forma ya parte de la física y ni siquiera de la filosofía de la física, es decir: de la reflexión conceptual que tiene como objeto el devenir de la física y las aporías que en tal devenir surgen, ateniéndose a los términos de la física misma.
De alguna manera cabe decir que la física hace explotar un objeto teorético del cual el filósofo inmediatamente se apodera para integrarlo y fijar su peso real en el "reino de sombras", es decir, en el conjunto de determinaciones conceptuales que constituyen el núcleo semántico del lenguaje, y en consecuencia son la condición de posibilidad de que lo designado por la palabra naturaleza esté para nosotros cargado de significación. De nuevo sin ambages: cabe decir que la reflexión sobre las últimas determinaciones conceptuales es intrínsecamente especulativa.
Víctor Gómez Pin, Tras la Física la Razón se vuelve especulativa, El Boomeran(g) 15/09/2016
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