El filòsof rei (Hannah Arendt).
El
filòsof rei platònic.
De hecho, una tal liberación
mediante el dominio, la liberación de unos pocos para la libertad del filosofar
mediante el dominio sobre los muchos, la propuso Platón en la figura del filósofo-rey, pero esta propuesta no fue
recogida por ningún filósofo después de él y políticamente quedó sin ningún
efecto. Al contrario, la fundación de la Academia, precisamente porque no
pretendía educar para la política como sí las escuelas de los sofistas y
oradores, fue extraordinariamente significativa para lo que todavía hoy
entendemos por libertad. El mismo Platón
todavía podría haber creído que la Academia conquistaría y dominaría un día la
polis. Para sus sucesores, para los filósofos de la posteridad, lo que quedó
fue sólo que la academia garantizaba a los pocos un
espacio institucional de libertad, y que esta libertad se entendió ya desde el
principio como contrapuesta a la libertad de la plaza del mercado; al mundo de
las opiniones engañosas y al hablar mentiroso debía oponerse un contramundo de
la verdad y del hablar adecuado a ella; al arte de la retórica, la ciencia de
la dialéctica. Lo que se impuso y ha determinado hasta hoy nuestra idea de la
libertad académica no fue la esperanza de Platón
de decidir sobre la polis y la política desde la academia y la filosofía, sino
el alejamiento de la polis, la apolitia,
la indiferencia respecto a la política.
La
llibertat dels pocs.
Es evidente que siempre que los
pocos se han separado de los muchos —sea en la forma de una indiferencia
académica, sea en la forma de un dominio oligárquico— han dependido de los muchos en todas las cuestiones
del con-vivir en las que realmente hay que actuar. Esta dependencia puede
interpretarse en el sentido de una oligarquía platónica como si los muchos existieran para ejecutar las
órdenes de los pocos, es decir, para asumir la verdadera acción; en este caso
la dependencia de los pocos se superaría mediante el dominio, igual como la
dependencia de los libres de las necesidades la libertad se basaría, pues, en
la violencia. O bien la libertad de los pocos es de naturaleza puramente
académica y entonces depende claramente de la benevolencia del cuerpo político
que la garantice. En ambos casos, sin embargo, la política ya no tiene nada que
ver con la libertad, no es propiamente política en el sentido griego; se
encarga más bien de todo aquello que asegura a esta libertad la existencia, es
decir, de la administración y el cuidado de la vida en la paz y de la defensa
en la guerra. Con lo que el ámbito de libertad de los pocos no solamente tiene
que afirmarse ante al ámbito de lo político, definido por los muchos; además
depende, en su simple existencia, de éstos; la existencia simultánea de la
polis es para la existencia de la academia —la platónica o la posterior
universidad— una necesidad vital. Pero, entonces es evidente que lo político en
su conjunto desciende al nivel que en la [polis-] política corresponde al
mantenimiento de la vida; se convierte en una necesidad que, por un lado, se
opone a la libertad y, por otro, constituye su presupuesto. Al mismo tiempo
aparecen ineludiblemente aquellos aspectos de lo político que en origen, según
la autocomprensión de la polis, representaban fenómenos marginales. Para la
polis, el cuidado de la vida y la defensa no eran el punto central de la vida
política y eran políticas en un sentido auténtico sólo en cuanto las
resoluciones sobre ellas no se decretaran desde arriba sino que se tomaran en
un común hablar y persuadirse entre todos. Sin embargo, en la justificación de
la política desde el punto de vista de la libertad de los pocos esto resultaba
completamente irrelevante. Lo decisivo era únicamente que todas las cuestiones referentes
a la existencia que los pocos no dominaban se entregaban al ámbito de lo
político. Por lo tanto, se mantiene ciertamente una relación entre política y
libertad, pero únicamente una relación, no una identidad. La libertad en tanto
que fin último de la política establece los límites de ésta; pero el criterio
de la acción dentro del ámbito político mismo no es la libertad sino la
competencia y la eficacia en asegurar la vida.
(El
sentit de la política, 150-184)
Hannah
Arendt, Introducción a la política, en La
promesa de la política, Paidós, Barna 2008
Comentaris