Capitalisme libidinal (Amador Fernández-Savater)






¿Qué sería entonces, en resumen, el capitalismo libidinal? Es la vida vuelta mercado, la vida hecha mercado, no ya la vida sometida al mercado, una vida que sufre el mercado como algo exterior, impuesto, alienante, sino una vida que "naturalmente" se despliega como mercado. En nuestros ligues en Tinder, en nuestros viajes por Airbnb y en Uber, en nuestras consultas cotidianas de Google, en nuestra alimentación en Mercadona o Carrefour, en nuestra exhibición en Instagram o Facebook, nuestra vida se despliega como mercado.

La vida hoy se confunde con el mercado, está fundida con él. Frente a esto, la izquierda opone una idea represiva de regulación. La izquierda aparece sólo como un poder reactivo de regulación, de contención, de limitación. A las ciudades se las come el turismo de la vida-mercado y los alcaldes de izquierda ponen una tasa en los hoteles.

Está muy bien, es mejor que nada, seguramente se pueda hacer algo social con ese dinero, pero el punto es que la izquierda ha perdido completamente la iniciativa, la capacidad de ofensiva, de creación de mundo. El mercado crea mundo, configura nuestras ciudades, nuestros deseos, nuestras imágenes de felicidad. Y la izquierda se coloca en una posición reactiva de mera limitación o contención. Una posición muy antipática, de Pepito Grillo.

Por eso Ayuso gana una y otra vez, porque su idea de libertad arraiga en algo real, en algo concreto, en la materialidad de la vida-mercado. Poder consumir lo que quieres, coger el coche siempre que quieres, comerte todos los filetes de carne que quieras. Su libertad es la libertad de la vida hecha mercado. Sin embargo, ¿qué es la izquierda? Unos señores que dicen "eso está mal", "eso hay que regularlo".

La izquierda se ha vuelto represiva y la derecha, "libertaria". La derecha tiene la fuerza afirmativa de construcción de mundo. La izquierda intenta poner algunos límites y aparece como algo represivo, puritano, coactivo, políticamente correcto. Me parece que ahí hay un gran problema.

La rabia, la rabia legítima contra un estado de cosas que produce masivamente precariedad, desigualdad y sufrimiento, no tiene resonancia en la izquierda y se escora a derecha. Llamar la atención sobre la cuestión antropológica, sobre la dimensión antropológica de la política, tiene que ver con esto. ¿Cómo retomar la iniciativa, cómo no quedar encajado en la política de la regulación y la contención, cómo volver a producir mundo? Porque la izquierda, en el siglo XX, fue muy capaz de producir mundo y llevar la iniciativa.

Amador Fernández-Savater, Crisis de civilización y deserción, publico.es 24/05/2024

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