Les xarxes socials i l´extensió de l´odi.


Acuérdese de cuando era niño. ¿Qué se le hacía más cuesta arriba, enfrentarse a un profesor o estar enemistado con un grupo de su colegio? Siempre he pensado que en el comportamiento de una clase, en el reparto infantil de papeles (el chulo, el líder, el raro, la graciosa, la listilla, la engreída o el infeliz), está escrita toda la comedia humana. ¿Qué nos dolía más, que el profesor nos echara una bronca o no ser aceptados por nuestros compañeros? La vida nos enseña que por muy rarunos que seamos necesitamos que nuestros iguales nos quieran. Todos los simios superiores tratan de respetar el equilibrio del grupo hasta que de pronto condenan al ostracismo a un miembro. ¿Por qué? Porque se ha enfrentado a la autoridad, porque es débil, porque ronda a una hembra que no le corresponde. El simio defenestrado sufre. Nuestro comportamiento es mucho más sofisticado, pero no tanto como no afirmar que lo que más nos hace sufrir es que nos den de lado. No hace falta que nos golpeen, con que nos insulten ya acusamos un dolor profundo. El pasado año se publicó un trabajo realizado por un grupo de psiquiatras que estudiaban los efectos del insulto sobre el individuo: las personas que han sido reiteradamente maltratadas verbalmente tardan en recuperarse unos cinco años de las secuelas psicológicas. El insulto machacón de una sola persona nos puede hundir la vida, pero el insulto de un grupo que te señala como su chivo expiatorio provoca una gran desconfianza en la condición humana. De un tiempo a esta parte, los grupos de "odiadores" en las redes sociales se han hecho tremendamente populares. Hay grupos que tienen un marcado sesgo humorístico, pero hay otros que no ocultan su cariz amenazante. Las personas con un oficio público han tenido siempre su capilla de fieles y su batallón de detestadores. El cambio se ha producido por la rapidez y la eficacia con que los odiadores han aprendido a organizarse en grupos que no miden el nivel de acoso al que someten al objeto de su odio.

Elvira Lindo, Hacer sangre, Domingo. El País, 04/04/2010
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Hacer/sangre/elpepusocdgm/20100404elpdmgpan_2/Tes?print=1

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