La veritat: mètode o actitud?
Galileu Galilei
Si deseamos conocer la verdad, podría asumirse que lo más necesario es un método de investigación o un conjunto de reglas para establecer hechos. A lo largo de la historia de las ideas ha habido muchos principios y procedimientos, como, por ejemplo, el razonamiento deductivo de Descartes, el método científico de Bacon, el estudio de las escrituras reveladas o la obtención de conocimiento a través de las disciplinas de la meditación y la concentración. Nuestra historia sugiere que más importantes que estos procedimientos es lo que podríamos calificar de actitud. Establecer la verdad requiere “virtudes epistémicas” como la modestia, el escepticismo, la apertura a otras perspectivas, espíritu de indagación colectiva, disposición a enfrentarse al poder, deseo de crear mejores verdades y la voluntad de dejar que los hechos guíen nuestra moral.
Estas virtudes epistémicas se han vuelto menos evidentes en el mundo posverdad, a medida que sus vicios opuestos se han vuelto más comunes: exceso de confianza, cinismo, cerrazón mental, excesivo individualismo, pasividad ante el poder, pérdida de confianza en la posibilidad de crear mejores verdades y moral dirigida por las vísceras en lugar de por la cabeza.
La defensa de la verdad a menudo toma la forma de batallas para defender verdades particulares que nos dividen. En ocasiones es necesario: pero, como la misma metáfora militar sugiere, alimenta el antagonismo. Mejor y más ambicioso es defender el valor común que atribuimos a la verdad, las virtudes que nos llevan a ella y los principios que nos ayudan a identificarla. Aquellos que defienden esto están empujando una puerta que ya está abierta, porque, en último término, todos reconocemos que la verdad no es una abstracción filosófica. Más bien es un aspecto central de cómo vivimos a diario y de cómo nos interpretamos a nosotros mismos, al mundo y a los demás. (87-89)
Julian Baggini, Breve historia de la verdad, Ático de los libros, Barcelona 2018
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