La indiferència davant la veritat.








… la cuestión que tenemos entre manos no es la de si disponemos de una teoría de la verdad adecuada, sino la de cómo dar sentido a las diferentes formas en las que la gente subvierte la verdad. Como primer paso, es importante reconocer que a veces cometemos errores y decimos cosas que no son ciertas sin pretenderlo. En este caso, uno profiere una «falsedad» en oposición a una mentira, ya que el error no es intencionado. El siguiente paso es la «ignorancia voluntaria», que ocurre cuando no sabemos realmente si algo es cierto, pero lo afirmamos igualmente, sin molestarnos en emplear tiempo en descubrir si nuestra información es correcta. En este caso, podemos culpar justificadamente al hablante por su desidia, ya que, si los datos son fácilmente accesibles, la persona que afirma una falsedad parece ser, al menos parcialmente, responsable de algún tipo de ignorancia. A continuación, viene la mentira, cuando decimos una falsedadcon la intención de engañar. Este es un punto importante, pues aquí hemos pasado ya al intento de engañar a otra persona, a pesar de que sabemos que lo que decimos no es verdad. Por definición, toda mentira tiene una audiencia. No nos sentiríamos responsables de proferir una falsedad si nadie la estuviera escuchando (o si estamos seguros de que nadie la creería), pero cuando nuestra intención es manipular a alguien para que crea algo que sabemos que no es verdad, hemos pasado de la mera «interpretación» de los hechos a su falsificación. ¿Es de esto de lo que trata la posverdad? (55-56)

En el deliciosamente audaz a la par que riguroso libro de Harry Frankfurt, On Bullshit [Sobre la manipulación de la verdad, en su edición en castellano], se defiende que cuando alguien está hablando como un charlatán no está mintiendo necesariamente, sino que puede estar demostrando una descuidada indiferencia hacia la verdad. (57)

Lee McIntyre, Posverdad, Madrid, Editorial Cátedra 2018

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