Tota política és política corporal.
Son cyborgs los cuerpos constituidos por entornos sociales, políticos, económicos y tecnológicos. La teoría del cyborg comienza ya en la obra de Marx que nos habla del cuerpo hecho mercancía y de la era industrial que transforma el cuerpo en apéndice de la máquina. No es posible pensar el cuerpo sin las mediaciones biológicas, sociales y técnicas que le dan forma. Es erróneo hacerlo como si el cuerpo humano fuese tan solo un producto de la evolución biológica y el soporte de una mente formada por la cultura.
Toda política es política corporal. Toda política corporal es también una metafísica del cuerpo. Pensamos en la desigualdad como una cuestión de ingresos y no como historias del cuerpo, como cartografías de una diversidad humana técnica, social y culturalmente producida. La política neoliberal está enraizada en la metafísica romántica de la Bildung, de la formación biocultural que se expresa en el Bauplan de un cuerpo que se desarrolla desde lo bajo a lo alto, que se desenvuelve hasta adquirir una forma perfecta, autónoma, desarraigada de toda dependencia y triunfadora en el espacio social. Está en el culmen de la evolución, en el final de la historia. El Kant pesimista aventuraba que con el fuste torcido de la humanidad poco se puede hacer. También él tenía una imagen clara del cuerpo: un árbol que crece recto hasta alcanzar la forma ideal. No el viejo olivo de tronco retorcido y corteza rugosa. Las modalidades fascistas del capitalismo lo son también del ideal metafísico romántico: lo alto y lo bajo, lo seco y lo húmedo, lo masculino y lo femenino. Cuerpos sanos no contaminados por desviaciones o imperfecciones sexuales o fisiológicas.
Fernando Broncano, El cuerpo inacabado, El laberinto de la identidad 28/10/2018
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