L'esquerra i la fal·làcia naturalista.



Yo imparto clases en facultades de ciencias sociales, clases de Filosofía política y de Teoría de la ciencia. Me daría por satisfecho con que al terminar el curso les quedara clara la falacia naturalista. La defensa de la igualdad de derechos no depende de que seamos iguales, que no lo somos. Por supuesto, somos bastante más que langostas, entre otras cosas porque el lenguaje nos permite escapar a nuestras constricciones biológicas. Tenemos muchas querencias en el programa, pero eso no las hace buenas. Tenemos preferencia por la comida con muchas calorías, que nos provee de energía con poco esfuerzo, algo muy necesario cuando habitábamos en sociedades con pocos recursos. Por eso nos gusta lo dulce. No es que el azúcar nos guste porque sea dulce, sino que lo percibimos como dulce porque nos gusta, porque era bueno que nos gustara. Pero hoy sabemos que esa disposición es inconveniente y hacemos lo posible por evitar que se imponga.

Lo mismo sucede con disposiciones agresivas y hasta racistas, que están en el programa. Lo que no podemos es negar la existencia de la naturaleza humana. O resistirnos a conocerla. O prohibir resultados que 'no nos gustan'. Eso sí, que algo sea natural no lo hace bueno. Lo que tenemos que hacer es diseñar las instituciones para que encaucen los comportamientos de modo que recalemos en aquellos resultados que nos parecen mejores, más justos. Ignorar nuestras disposiciones, asumir una naturaleza infinitamente plástica, puede conducirnos a los campos de reeducación.

Daniel Arjona, entrevista a Félix Ovejero: "Apartad vuestras sucias manos de la izquierda", El Confidencial 31/10/2018

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