Absolutisme del ser i contingència del pensament.
Todo realismo así definido supone que el pensamiento es contingente: el pensamiento es contingente puesto que supone que es posible pensar un ser sin pensamiento. Se plantea que no necesariamente siempre hay pensamiento allí donde hay ser. Se supondrá, por ejemplo, que no hay pensamiento más que en seres vivientes, en cuerpos mortales: pensamiento que puede entonces, al menos en teoría, morir al mismo tiempo que su portador. Plantearemos por ejemplo, desde esta perspectiva, que el hombre, no solamente como individuo sino como especie, puede desaparecer e incluso todo ser vivo sobre la tierra, todo viviente cualquiera que sea, pero esta destrucción no alterará el mundo circundante que permanecerá, al menos en parte, tal como podemos conocerlo mientras todavía estamos vivos. Un filósofo atomista discípulo de Lucrecio, por ejemplo, podría sostener que los cuerpos pensantes son divisibles, y de hecho destruibles, mientras que los átomos son perennes y por ello posibles de otro modo que como correlato de un acto de pensamiento.
Conferencia dada en La Sorbona en el Coloquio organizado por Paris-I, sobre "Metafísica, ontología y henología, el 16 de marzo de 2007.
Quentin Meillassoux, Contingencia y absolutización de lo uno, Nombres. Revista de Filosofía, nº 25, 2011
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