El moviment democràtic com a forma de decadència.



La moral que impera en Europa es, desde la perspectiva de Nietzsche, una «moral de animal de rebaño» que parte del cristianismo y que se filtra por entre las instituciones políticas y sociales como movimiento democrático. El vínculo entre el movimiento cristiano y el movimiento democrático resulta evidente para el filósofo alemán: «el movimiento democrático constituye la herencia del movimiento cristiano». Tal herencia hace que deba considerarse el «movimiento democrático no meramente como una forma de decadencia de la organización política, sino como forma de decadencia, esto es, de empequeñecimiento del hombre, como su mediocrización y como su rebajamiento de valor». Y esto último no debe extrañar a nadie si tenemos en cuenta que para Nietzsche el cristianismo es la causa de «una especie empequeñecida, casi ridícula, un animal de rebaño, un ser dócil, enfermizo y mediocre, el europeo de hoy…». La mediocridad y la degeneración del hombre está íntimamente vinculado con la moral cristiana, las «ideas modernas», la igualdad democrática y una «historia» cuya última expresión es el lema «número máximo» de los utilitaristas. La alternativa a este desastroso panorama dibujado por el filósofo alemán no es otro que su propuesta de transvaloración, esto es, invertir los «valores eternos», una transvaloración que tiene que estar conducida por los «espíritus libres», por los nuevos filósofos (los filósofos venideros), o sea, «hombres de mando». Sin embargo, tal alternativa, nos advierte Nietzsche, no está exenta de peligros, pues en cuanto a los «hombres de mando» existe «el espantoso peligro de que puedan faltar o malograrse o degenerar».

Onofre Castells, Epítome de "Más allá del bien y del mal", La cuestión de la verdad 24/09/2018

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