Llenguatge i institucions




La importancia de reflexionar sobre el lenguaje fue advertida por escritores que, como Victor Klemperer o George Orwell, se vieron envueltos en trágicas circunstancias. De nada serviría repetir ahora lo que ellos dijeron entonces, puesto que sus argumentos conservan intacta una turbadora vigencia. Pero la reflexión sobre el lenguaje puede ir más allá de la relación entre los programas políticos liberticidas y la manipulación de las palabras, intentando descifrar qué presupuestos filosóficos la hacen posible y a través de qué inexorables caminos la falsedad antecede siempre a la catástrofe. Han sido numerosas las ocasiones en las que, a la vista de la realidad contemporánea, me he visto atrapado en una contradicción entre la tradición de pensamiento de la que me sentí próximo, y las soluciones que, discutibles o acertadas, he ido entreviendo a medida que pasaban los años. Se puede decir que comencé como aristotélico lo que creí acabar como platónico, tan solo para descubrir más tarde que el pensamiento de Sócrates se puede interpretar como una variante de la filosofía de los sofistas: precisamente la variante que abriría las puertas a su disolución. Comprendí así que el interés de los sofistas por el lenguaje y por las instituciones son dos caras de la misma moneda: el lenguaje es la más radical de las convenciones, y las instituciones, el recinto donde esas convenciones se “realizan” en cuanto determinan un curso de acción.

José María Ridao, Malos presagios, El País 06/10/2018

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