20-D, dia de l'escepticisme.
Responda rápidamente: Un lápiz y una goma cuestan 1 euro con 10 céntimos; el lápiz cuesta un euro más que la goma; ¿cuánto cuesta la goma?”. Ser escéptico consiste en buscar información, sopesar los pros y los contras, pararse a pensar y guiarse por la evidencia científica. Por las pruebas. Es posible que usted haya respondido erróneamente a mi pregunta sólo porque no se ha parado a pensar. No tiene mayor importancia porque es un simple juego. Sin embargo, no siempre es así.
Los sondeos indican que entre el 20% y el 25% de los españoles cree en la astrología, y algunos menos en el espiritismo y en que hay quien adivina el porvenir. No hay barrio de gran ciudad sin acupuntor, homeópata, quiropráctico, reflexólogo, practicante del reiki o de cualquier otra terapia exótica, generalmente presentada como oriental y milenaria y que nunca ha demostrado más efectividad que el cura, cura sana, culto de rana. Y un número creciente de padres opta por no vacunar a sus hijos porque, dice, no cree que las vacunas sirvan para algo. Como si hubiéramos erradicado la viruela por arte de magia.
Quien pone su fe en afirmaciones sin base científica o racional siempre se daña a sí mismo por depositar la confianza en individuos que no hacen lo que aseguran hacer, en prácticas inútiles o en seres o fuerzas que no existen. Pero, además, muchas veces la fe en lo extraordinario quebranta gravemente el bolsillo y la propia salud, como ocurre en el caso de las mal llamadas medicinas alternativas.
Por eso hay que ser escéptico y recordar la máxima que popularizó Carl Sagan: “Afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias”.
Por cierto, el lápiz cuesta 1 euro con 5 céntimos y la goma, 5 céntimos.
Los sondeos indican que entre el 20% y el 25% de los españoles cree en la astrología, y algunos menos en el espiritismo y en que hay quien adivina el porvenir. No hay barrio de gran ciudad sin acupuntor, homeópata, quiropráctico, reflexólogo, practicante del reiki o de cualquier otra terapia exótica, generalmente presentada como oriental y milenaria y que nunca ha demostrado más efectividad que el cura, cura sana, culto de rana. Y un número creciente de padres opta por no vacunar a sus hijos porque, dice, no cree que las vacunas sirvan para algo. Como si hubiéramos erradicado la viruela por arte de magia.
Quien pone su fe en afirmaciones sin base científica o racional siempre se daña a sí mismo por depositar la confianza en individuos que no hacen lo que aseguran hacer, en prácticas inútiles o en seres o fuerzas que no existen. Pero, además, muchas veces la fe en lo extraordinario quebranta gravemente el bolsillo y la propia salud, como ocurre en el caso de las mal llamadas medicinas alternativas.
Por eso hay que ser escéptico y recordar la máxima que popularizó Carl Sagan: “Afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias”.
Por cierto, el lápiz cuesta 1 euro con 5 céntimos y la goma, 5 céntimos.
Luis Alfonso Gámez, En el Día del Escepticismo, Magonia, 20/12/2014
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