Primatologia i guerra freda.


La guerra fría ha terminado, titulaban algunos periódicos internacionales tras el anuncio de Barack Obama del reinicio de las relaciones diplomáticas, rotas con la Isla de Cuba desde hace décadas. Y los primates, ¿juegan a los mismos juegos de poder que los humanos? Claro que sí. 

Una de las estrategias más usadas en la política de los chimpancés es precisamente el uso de la carrera de armamento como la que protagonizaron Estados Unidos y la Unión Soviética. Un chimpancé inicia alocadas carreras por la selva en presencia de otros machos oponentes. 

En estas exhibiciones rompen ramas, adoptan posiciones bípedas para parecer más grandes y emiten vocalizaciones agresivas. También se les eriza el pelo con el mismo objetivo. Esto nos ocurre a las personas, pero debido a la pérdida de pelo en los últimos miles de años ya no sirve de nada. Pero la mayoría aún nos hinchamos y erguimos ante un episodio de agresividad. Los posibles rivales, antes o después harán lo mismo para recordar que siguen en buena forma, ya sean chimpancés, tribus de humanos o naciones.

Y es que el miedo mutuo, es una de las estrategias de evitación de conflictos más comunes entre la naturaleza. La guerra fría no era más que una versión militarizada de lo que ocurre entre varias especies de animales en libertad. Un león ruge para que otros leones le escuchen y sepan que ahí vive alguien poderoso. A su vez, los otros leones hacen lo mismo para evitar una verdadera confrontación. Pero hasta los perros intentan orinar lo más alto posible, llegando a hacer verdaderas acrobacias para conseguirlo, para que cuando pase otro perro crean que es el territorio de uno más grande y se vayan. Pues en eso consistió la guerra fría precisamente: a ver quién echaba la meada mas alta para evitar que el contrario apretara el famoso botón. Los soviéticos llegaron a construir tanques y misiles de cartón que hacían desfilar por las calles de Moscú, conscientes de que su poder militar era analizado desde Washington D.C. Lo mismo ocurría a la inversa. 

Décadas después, quizás Obama se haya dado que cuenta de que, al igual que un chimpancé en la selva, uno no puede apoyarse exclusivamente en la dominación y la fuerza para conseguir lo que desea. Al igual que nosotros, ellos emplean una diversidad de estrategias más para obtenerlo. 

Para los primates, humanos y no humanos, el ejercicio del poder es algo que se gestiona mediante diversas maniobras políticas, lo que incluye la manipulación, la creación de alianzas, provocar conflictos, reconciliarse, chantajear o hacer intervenir a terceras partes.

En 1959, meses después de la entrada de los barbudos en La Habana, Fidel Castro viajó a Moscú con la intención de firmar un pacto con la Unión Soviética. Para retratar aquel momento, Castro y Nikita Kruschev se abrazaron en señal de la amistad entre ambas naciones. Aquel abrazo se ganó por parte de los periodistas el calificativo de "el abrazo del oso".

Pero, ¿es el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos la versión actualizada del abrazo del oso que se dieron Fidel Castro y Nikita Kruchev para sellar su alianza hace más de 40 años? No podemos aún hablar de una alianza pero sí de un acercamiento, condición previa para toda reconciliación, y quién sabe si hasta una alianza preferente el día que muera Fidel. Es frecuente entre los primates, que las alianzas cambien con el paso del tiempo. Las alianzas son dinámicas y los equilibrios nunca son eternos. En cuanto un líder empieza a perder poder, otros comienzan a estrechar lazos. Puede que éste sea el caso de lo que está ocurriendo entre Obama y Raúl Castro. Ninguna confrontación puede ser eterna. 

Los animales también se reconcilian, especialmente cuando se trata de individuos del mismo grupo. Para ello se dan la mano y se besan como los chimpancés, o se acarician los cuerpos como los delfines. Otros tienen señales más específicas. Algunas especies de macaco, como el dorado, abren la boca y tocarse la mano. Lo interesante es que los dominantes, al igual que en el caso de Cuba y Estados Unidos, son los que suelen dar el primer paso. 

La mediación del Papa y Canadá también han tenido su importancia. Para los primates, la intervención de terceras partes es frecuente. Está confirmada en seis especies. Las técnicas son muy variadas. Puede consistir en acercar a las dos partes, equilibrar el conflicto poniéndose de parte del débil o pegando a todos los involucrados, como cuando las madres pegaban a los dos hermanos cuando uno se quejaba de que el otro le estaba agrediendo. 

En conclusión, lo ocurrido no es más que un movimiento en las alianzas y confrontaciones que hasta ahora habían dominado la política mundial. Algo tan común en la naturaleza como en los despachos de los grandes mandatarios de todo el mundo.

Pablo Herreros, Reconciliación de primates enemigos, Yo, mono, 20/12/2014

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