No confondre la filosofia amb la ciència.
Erwin Schrödinger |
La ciencia es implacable cuando percibe una
insuficiencia, no sólo en el rigor sino en esta modalidad particular
del rigor que es la exactitud. Constatando la dificultad de conciliar la
exigencia de la ciencia con ciertas disposiciones del espíritu humano
que no parecen reductibles a residuos de superstición el físico que es
Schrödinger experimenta la
nostalgia de un horizonte intelectual en la que tal división aun no se
había efectuado:
"La miseria personal, las esperanzas enterradas, los inminentes desastres y la desconfianza respecto a las reglas de prudencia y honestidad bastan para hacer que los hombres se aferren a una vaga esperanza (sea o no probable) de que el 'mundo ' o la 'vida' se inserte en un contexto de más alta significación por más que sea inescrutable. Pero hay un muro que separa los 'dos senderos', el del corazón y el de la pura razón. Miramos atrás a lo largo del muro: ¿no es posible derribarlo?; ¿ha estado siempre ahí?. Si nos adentramos en la historia siguiendo su trazado por encima de montes y valles, contemplamos una tierra muy lejana, unos dos mil años atrás, donde el muro de allana y desaparece y el sendero ya no se escinde, sino que es sólo uno. Algunos estimamos que merece la pena volver atrás y ver qué se puede aprender de esta atractiva unidad original".
¿De
qué unidad se trata? ¿Al utilizar la transitada metáfora de "sendero
del corazón", está aludiendo a la carencia que lleva a la esperanza
religiosa? Si no es así, muchos hubieran ciertamente preferido que el
gran físico eligiera con mayor escrúpulo sus expresiones. Sin embargo es
posible pensar que Schrödinger tiene en mente no la religión sino la
filosofía, es decir, la rara modalidad de actividad del espíritu que
acompañaría a la ciencia en su nacimiento en las ciudades marinas de
Anatolia.
La hipótesis supone que Schrödinger tiene claro
en qué consiste la filosofía, cuáles son los rasgos que la diferencian
de la ciencia, pues, como indicaba en la columna anterior, decir que
ciencia y filosofía están involucradas supone asumir que son cosas
diferentes. La sospecha que tengo al leer no sólo el texto de
Schrödinger sino también los de autores que desde la historiografía
filosófica y armados con el más riguroso saber filológico se acercan al
mundo jónico es que explican más bien el nacimiento de la ciencia que el nacimiento de la filosofía. En
otros términos: parece más fácil distinguir la ciencia tal como
nosotros la entendemos no sólo de otras formas de aproximación a la
naturaleza, sino incluso de otras formas de conocimiento de la misma, a
saber (según Gompertz, Burnet, Schrödinger o el también físico Carlo
Rovelli) esas formas de conocimiento que se darían en Egipto, China o
Mesopotamia.
Y en la medida en que los autores
que voy evocando son admirables científicos o admirables eruditos hay la
sospecha de que tras la inmersión en el pensamiento jónico a la que nos
invitan seguiríamoss sin saber de hecho en qué consiste la filosofía.
Asunto desde luego preocupante y hasta algo humillante para alguien
quienes precisamente nos dedicamos a la enseñanza de la filosofía. Pues
bien:
De la lectura de los textos de esos
pensadores nacidos en Jónia y que extienden tanto su saber como sus
problemas a Tracia, Samos o la Italia meridional, cabe extraer una
hipótesis relativa al nacimiento de la filosofía, precisamente de la
filosofía a no confundir con la religión (aunque de ella pueda heredar
el ansia de absoluto), ni con la ciencia aunque efectivamente emerja
como una consecuencia de los dos corolarios fundadores de la misma a
los que me he referido.
Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 77. Viraje hacia la filosofía (2), El Boomearan(g), 18/12/2014
Comentaris