La mort de Bin Laden i les teories conspiratòries.
“Puede haber todas las teorías de la conspiración que quieran, pero Bin Laden está muerto y nosotros tenemos que seguir luchando.” -Marc Grossman, Enviado de EEUU para Afganistán y Pakistán-
Bin Laden no está muerto, porque nunca ha existido, era un invento. Bueno, sí existió, pero era un robot. Vale, era humano, pero agente de la CIA. De acuerdo, está muerto, pero murió hace mucho, y ahora hacen el paripé de cazarlo. Su cuerpo no está en el fondo del mar, sino en la morgue del Pentágono, junto a los alienígenas de Roswell. En realidad está congelado, como Walt Disney. Qué va, sigue vivo, lo he visto: mi coche pinchó y él conducía una moto, se paró a ayudarme y le vi la barba bajo el casco.
Los conspiranoides están de enhorabuena. La operación por la que un comando madelman asaltó la casa de Bin Laden, le voló la cabeza, lo llevó a Afganistán, le revisó el ADN, lo trasladó a un portaaviones, lo amortajó y lo tiró al mar mirando a la Meca, es tan rocambolesca que alimentará durante años teorías fantasmagóricas y leyendas urbanas.
La principal sospecha es la falta de imágenes, pero es lo de menos: aparte de que los conspiranoides seguirían sin creerse nada aunque metiesen los dedos en la herida, estoy convencido de que acabaremos viendo imágenes, pues alguien las habrá tomado, y en estos tiempos todo lo que entra en una cámara acaba difundiéndose tarde o temprano, sea por interés o por filtración. No descarten que hasta veamos fotos tipo Abu Ghraib, pues no sería raro que algún soldado se hiciese una de recuerdo tirándole de la barba.
Qué quieren que les diga: no me importa demasiado si Bin Laden es un Fu Manchú de la CIA, si llevaba años muerto o si está en el fondo del mar. La conspiranoia me parece una forma de tenernos entretenidos mientras la guerra continúa.
Bin Laden era un icono, sí. Pero Al Qaeda le sobrevivirá, y la guerra de conquista llamada “contra el terrorismo” seguirá su curso sin él. Bin Laden fue el Macguffin que puso en marcha la película, pero hace tiempo que son otros los protagonistas. Su único valor a estas alturas sería que hablase y lo contase todo. Pero no será posible, porque han cerrado la caja de su enigma y han tirado la llave al fondo del mar, matarile, rile, ron, chimpón.
Isaac Rosa, Matarile, rile, ron, chim ¡pom!, Público, 04/05/2011
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