Vandalisme a Gran Bretanya.

Anthony Burgess
"Nada es jamás simple en la sociedad británica", escribió Anthony Burgess, "y, sin embargo, todo es al mismo tiempo extremadamente simple". Mucho me temo que a Burgess ya sólo lo leemos cuatro chalados, pero a mí me resulta imposible empezar a entender siquiera lo ocurrido en el Reino Unido sin recordar un artículo que el escritor inglés publicó hace 26 años. En él escribió: "Jamás habrá una auténtica revolución social en el Reino Unido. Con el tiempo, todo gesto de ira contra la desigualdad se somete con cariño a la cómoda mitología del orden establecido". Y también: "El problema que tienen las posturas de desafío en el Reino Unido es que no esperan ser eficaces. No expresan un deseo auténticamente revolucionario. No intentan sustituir el orden existente por algo nuevo; simplemente desprecian el orden existente, y ese desprecio es en realidad la expresión de un deseo profundo, no siempre consciente, de ser aceptados por aquél". Y por fin: "Es típico de los movimientos de disidencia juveniles británicos que la única justificación del griterío que tanto les gusta es el mantenimiento del sistema contra el que gritan. La voz de la rebelión británica es también la canción de su estabilidad social". Así que, si Burgess acierta, los vándalos británicos de agosto no expresaban su descontento con la sociedad británica, sino con el lugar que ocupan en ella; no se quejaban de la injusticia, sino de ser víctimas de la injusticia; no estaban contra el sistema, sino a favor del sistema; no eran revolucionarios, sino reaccionarios. En definitiva: el inglés inventó el fair play, pero también el hooligan, y el segundo es el reverso del primero. Lo tomas o lo dejas.

Javier Cercas, La fiesta del "hooligan", El País Semanal, 04/09/2011
http://www.elpais.com/articulo/portada/fiesta/hooligan/elpepusoceps/20110904elpepspor_2/Tes?print=1

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