El fanatisme escèptic.
«El negacionismo parte de un supuesto acertado para sacar la conclusión más zafia. ¿Qué niega el negacionismo? En última instancia, niega que la serie de pruebas para un hecho pueda ser completa (los 30000 y la “memoria completa” como modelo), que una verdad pueda ser totalmente concluyente, que las difíciles verdades que vamos construyendo sean definitivas. Y con eso le alcanza para instilar su veneno de conspiración y “lobby”. Esa negación –que toda práctica real de conocimiento, científica o comunitaria, asume como supuesto necesario de la construcción de saberes– es puesta por el negacionista a trabajar a favor de un escepticismo indiferenciado. El problema no es ni el escepticismo ni la negación de las verdades totales. El problema es pretender derivar de allí la nihilista puesta en equivalencia de cualquier enunciado. X abraza por igual a la tierra redonda y a la plana: su máxima perversión es presumir de democrática por ello. La no-exhaustividad de la verdad, que representa el inicio de la aventura del saber en cualquier área, es convertida por el negacionista en semilla de una sospecha universal y fuente inagotable de su fabulación conspiranoica. El escéptico negacionista es la forma occidental del fanático creyente (que proyecta como enemigo en “oriente”): la fe ofrece una verdad última que invalida la discusión y construcción contingente de verdades humanas, mejores y peores, y el juego de valoración de esas verdades; el negacionista deriva de la ausencia de verdad última (lo “laico” de occidente) la misma invalidación de la discusión y valoración de verdades. La carencia de verdad última, en vez de conducir al cotejo de teorías contingentes, es transformada en raíz de una equivalencia generalizada de verdades en un mercado de opiniones (i)liberal. El nihilismo terraplanista es la forma laica de restitución teológica de una verdad fanática, es decir, infundada, ya no dictada por una religión, sino por la segmentación digital de la verdad en redes. El negacionismo es la teología del algoritmo, el totalitarismo de la horizontalidad, la secularización del fanatismo sin la cual el neofascismo no podría medrar en sociedades (pos)democráticas.»
Luis Garcia, El escéptico negacionista es la forma occidental del fanático creyente
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