Realisme i ciència







Aquí interpretaremos el término ‘verdad’ como un predicado se refiere a enunciados o proposiciones, como cuando decimos: el enunciado “"a nieve es blanca" es verdadero. Por lo tanto, en la ciencia, la verdad o falsedad será de forma primaria un atributo de los enunciados científicos (por ejemplo, cuando afirmamos que “a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud y sentido contrario” es un enunciado verdadero), aunque de forma derivada puede aplicarse también a las teorías en su globalidad o a los modelos, y así podemos decir que consideramos a la teoría de la relatividad como aproximadamente verdadera o que el modelo Lotka-Volterra del comportamiento de depredadores y presas, siendo estrictamente falso, puede ir aproximándose a la verdad si se van eliminando algunas idealizaciones para acercarlo a los sistemas reales.

El utilizar aquí el adverbio “aproximadamente” es importante, porque nadie pretende que tengamos una verdad definitiva o absoluta sobre nada, ni siquiera en la ciencia. Lo normal es atribuir a nuestros enunciados un cierto grado de aproximación a la verdad o un cierto grado de verosimilitud (un término técnico reivindicado por Karl Popper y sobre el que ha corrido mucha tinta).

Un relativista diría que lo verdadero es lo que un determinado individuo, normalmente uno mismo, o una determinada comunidad considera aceptable. Un coherentista diría que verdadero es aquel enunciado que encaja bien, que es coherente, con el resto de enunciados que aceptamos. Un pragmatista diría que lo verdadero es aquello que alcanzamos cuando logramos un estado ideal de conocimiento, como, por ejemplo, cuando alcancemos el final de la ciencia (si es que se llegara a él alguna vez), o cuando establezcamos una comunidad ideal de diálogo, capaz de manejar toda la información de forma no sesgada, o cuando estemos en situación de justificar con plenas garantías epistémicas todo lo que sostengamos.

Pero la definición que sigue siendo más popular es la definición clásica, que es la que aceptan los filósofos llamados ‘realistas’. Según esta definición, la verdad consiste en la correspondencia de nuestros enunciados con la realidad. Esta definición no solo recoge el sentido que solemos darle a la verdad en la vida diaria, sino que es la que ha centrado el debate en filosofía de la ciencia, ya sea para asumir que cumple una función importante a la hora de entender el progreso científico o para rechazar tal cosa.

El realista cree que en las ciencias maduras un éxito predictivo y práctico prolongado en el tiempo y aplicado a fenómenos de ámbitos diversos es una buena razón para suponer que la teoría o las hipótesis que lo generan son aproximadamente verdaderas.

La cuestión entonces es: ¿busca la ciencia la verdad? Pues depende. No es una pregunta fácil. Unas veces sí la busca y otras veces no, pero lo interesante es averiguar cuándo y por qué lo hace o no lo hace. Creo que es difícil negar que la verdad juega un papel importante en al menos dos de los objetivos que suelen señalarse a la ciencia: la predicción y la explicación de los fenómenos. Si una predicción no es verdadera, no la consideramos como aceptable científicamente (de hecho, la podemos utilizar en contra de la teoría de partida) y si consideramos que una explicación no es verdadera, no nos la creemos y solo podemos asumirla como un esbozo de explicación o como una explicación tentativa, pero no como una explicación genuina. En cierto sentido podemos decir que el modelo ptolemaico explicaba el movimiento de retrogradación de los planetas, pero hoy sabemos que esa explicación mediante epiciclos era falsa. Por eso sería más apropiado decir que el modelo ptolemaico trató de explicar el movimiento de retrogradación, pero no consiguió una explicación genuina.

Es importante tener en cuenta que lo que el realista pretende al defender la centralidad de la verdad es dar una buena explicación del éxito predictivo y práctico de la ciencia. No es una tesis sobre la psicología o las motivaciones de los científicos particulares. A la gran mayoría de los científicos podría traerles sin cuidado en su trabajo cotidiano eso de “buscar la verdad”, podrían estar interesados únicamente en “hacer que las cosas funcionen lo mejor posible por el momento”, y aun así la tesis realista podría seguir siendo correcta. Además, no debe confundirse tampoco la verdad con la certeza. En la ciencia pueden lograrse muchas verdades aproximadas, pero no tantas certezas como se cree. En ella es frecuente tener que bregar con la incertidumbre, cosa que no sucede en las pseudociencias ni en la charlatanería, según parece.

Antonio Diéguez, Certeza o aproximación: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de 'la verdad'?, elconfidencial.com 13/09/2022

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