Què entenem per consciència?









... ¿qué entendemos por consciencia? ¿Para qué sirve ser consciente? Nuestro cerebro, como órgano y nuestra mente, como el compendio de procesos que ocurren en el cerebro evolucionaron con un único objetivo: maximizar la supervivencia. La homeostasis, definida como el proceso dinámico para la regulación biológica, esto es, sobrevivir, es el fin último de estos complejos derivados biológicos en un proceso evolutivo constante a lo largo de miles de años.

A través de la selección natural, la evolución favoreció (sobrevivieron más) la creación de mapas mentales con referencias al mundo exterior y nuestra interacción con el mismo; y de manera más fascinante generó también mapas con autorreferencias a nuestro propio cuerpo, favoreciendo una más eficaz toma de acciones sobre el mismo (un camino de dos sentidos, cerebro-cuerpo, cuerpo-cerebro). Dichas acciones son a menudo inconscientes, como podrían ser las órdenes dadas por nuestra mente para intentar preservar el pH de nuestro cuerpo en un determinado nivel, o intervenir en la regulación de la frecuencia cardiaca.

Pero la evolución no se quedó en esa fase temprana, sino que desarrolló nuevos mecanismos mentales de más alto nivel, mecanismos capaces de crear mapas en nuestra mente de emociones primordiales, luego más complejas y posteriormente añadir en la misma un “yo”, un “sí mismo”, es decir, una identidad reflexiva sobre nosotros mismos: la consciencia.

Y lo que sabemos es que este maravilloso truco final de autorreferencia, de entendernos como un individuo único, y ser conscientes de ello tanto en el momento actual (sí mismo) como en su acumulado desde el pasado (sí mismo autobiográfico) no fue un capricho. Por el contrario, fue clave para sobrevivir en sociedad (homeostasis sociocultural) ya que, al cobrar consciencia de nosotros mismos, marcamos también las líneas entre lo que nos une y separa con nuestros congéneres en el entorno que habitamos. Poco de esto, o más bien nada, hay en los sistemas de IA que construimos hoy en día.

En resumidas cuentas, los éxitos de las redes neuronales profundas son muchos, su desarrollo en tareas complejas indudable y su recorrido prometedor en su ayuda para resolver problemas exprimiendo la capacidad de cómputo y datos que hoy en día tenemos. Pero su diseño, arquitectura y objetivos, más allá de la simplificada comparación con fines didácticos, poco tienen que ver con el modelo biológico de nuestro cerebro (o de lo que sabemos de él), y mucho menos de mecanismos tan abstractos y sofisticados como la consciencia que en gran medida no deja de ser un enigma. De nuevo, la respuesta a la pregunta de si estamos cerca de generar máquinas conscientes o ya habitan entre nosotros, es, para decepción de alarmistas, un claro: no.Eso sí, nada es más humano que, consciente o inconscientemente, volver una y otra vez a preguntárnoslo.

Javier González, Google y el caso Lemoine. ¿Están los gigantes tecnológicos cerca de crear máquinas conscientes?, Retina

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