La inducció i el cigne negre.







... la inducción es nuestra herramienta cognitiva más básica, ya que para conocer el mundo partimos de la observación de casos particulares, de los que intentamos extraer conclusiones generales; pero los casos particulares son, por definición, parciales, lo que implica que las conclusiones nunca son definitivas ni todo lo sólidas que quisiéramos.

Como dijo el epistemólogo británico Charles D. Broad: “La inducción es la gloria de la ciencia y el escándalo de la filosofía”. El problema de la inducción fue planteado a mediados del siglo XVIII por el filósofo escocés David Hume, que argumentó que, por muchas observaciones coincidentes que realicemos, no podemos tener la certeza absoluta de que la próxima será igual que las anteriores.

Hume citaba al respecto el caso de los cisnes negros. En Europa, donde todos los cisnes eran blancos, la expresión “cisne negro” era equivalente a la actual “mirlo blanco” y se solía usar para aludir a algo imposible. Pero a finales del siglo XVII se descubrieron cisnes negros en Australia, lo que demostró la falsedad de la suposición de que todos los cisnes eran blancos. En palabras del propio Hume: “Ningún número de observaciones de cisnes blancos nos permite inferir que todos los cisnes son blancos, pero la observación de un solo cisne negro basta para refutar dicha conclusión”. De ahí que el problema de la inducción se conozca también como “problema del cisne negro”.

Carlo Frabetti, El problema del cisne negro, El País 09/09/2022

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