L'enemic més gran del riure és l'emoció.
“El mayor enemigo de la risa es la emoción”, escribía Henri Bergson en La risa, donde también apuntaba que lo cómico necesita de “una anestesia momentánea del corazón”. Como añade el también filósofo John Morreall en Comic Relief, el humor se basa en gran medida en la “desconexión emocional”, un mecanismo psicológico que nos ayuda a tomar distancia para reírnos y para ver las cosas con una perspectiva diferente y, por lo general, enriquecedora.
Si hace falta anestesiar (momentáneamente) las emociones es porque están presentes: hacemos humor sobre lo que importa y no sobre lo que nos da igual. Por eso no hay temas demasiado serios ni demasiado importantes para el humor.
Salvando las distancias, vivimos algo así durante la pandemia y el confinamiento: en un momento muy duro, leíamos y compartíamos chistes y memes sobre el virus, ya fueran sobre cómo acumulábamos papel higiénico o sobre cómo nos resultaba imposible no tocarnos la cara, para vernos desde fuera y sin miedo. Reímos de lo que nos pone nerviosos, de lo que nos causa incomodidad, de lo que nos da pavor: el humor es una herramienta para soportar la incertidumbre y para hacer cada vez más familiar lo incierto y lo extraño.
Jaime Rubio Hancock, La guerra no siempre es graciosa, Filosofía inútil, El País 14/09/2022
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