Hobbes, por i política.
Hobbes fue un muchacho despierto y precoz que a los seis años ya se manejaba con el latín y el griego; y a los ocho tradujo la Medea de Eurípides. Despreciaba a Aristóteles porque, a su juicio, sus teorías se ponían al servicio de la teología, a la que consideraba irracional. En esto coincidía con Francis Bacon. Para Hobbes todo es material. Y lo que no, no existía. Son, por tanto, las causas materiales las que determinan el comportamiento del ser.
Esta intuición, junto con su entrevista con Galileo en prisión, le marcaron profundamente para describir cómo el miedo es el tegumento capaz de mantener en paz a las sociedades: «Debemos concluir que el origen de todas las sociedades grandes y estables ha consistido no en una mutua buena voluntad de unos hombres para con otros, sino en el miedo mutuo de todos entre sí», leemos en De cive (Sobre el ciudadano). En esta primera trilogía sobre el conocimiento humano, Hobbes critica a Aristóteles por creer que el hombre era un «animal político» que tiende de manera instintiva a la sociabilidad. Para el inglés, es el temor a los demás y la necesidad de que el Estado nos proteja de ellos el único contrato social legítimo. Pero para que el Estado ejerza su papel protector ha de tener un poder absoluto, si bien reconociendo los derechos individuales, por lo que el pensamiento de Hobbes resultó ser cimiento tanto del absolutismo político como del liberalismo.
El hombre no puede vivir en tensión, con un miedo paralizante al otro, por eso cede parte de su libertad y gana en seguridad, proporcionada por el Estado. Para evitar la anarquía o la guerra (la de todos contra todos) no hay otra opción, según Hobbes, que un Estado fuerte y autoritario: habrá soberanos y súbditos. Esto queda simbolizado en la bestia bíblica del Leviatán, que le sirve de título para su obra más conocida así como de alegoría visual que legitima que el pacto se cumplirá bajo la amenaza de castigo. Se articula así, de manera artificial, tanto la sociedad civil como el orden jerárquico de las leyes. Una cabeza que decide por el resto del cuerpo. Solos quedan, una vez ratificado el contrato social, los lobos que están fuera de la ley, del orden, a los que el gobernante perseguirá hasta someterlos, de un modo u otro.
Hobbes, que pese a tener esta poco noble concepción del ser humano vivió hasta los 91 años, clasificó en tres los tipos de violencia del hombre: la primera, motivada por la avaricia; la segunda, la legítima defensa y, la tercera, provocada por menudencias (una palabra mal interpretada o hiriente, una opinión distinta, etc.). A la vez, de Galileo aprende que la realidad física se establece con la interacción de cuerpos en movimiento. Así la sociedad, como individuos movidos por sus pasiones y deseos, por sus miedos y necesidades. Todo es cuerpos; físicos, naturales o humanos.
Esther Peñas, Hobbes, o el miedo como principio rector, ethic.es 18/01/2022
https://ethic.es/2022/01/hobbes-o-el-miedo-como-principio-rector-filosofia/?fbclid=IwAR0IrSpT9T_z4uz1OQt_sILa18VslZjJBBG5pEWWUImmhV7RsajIgfysZcg
Comentaris