Cinc raons contra el metavers.








¿Por qué querríamos, como sociedad, desarrollar un mundo virtual en el que pasar la mayoría de nuestra vida pegados a una pantalla? Existen al menos cinco grandes motivos por los que consideramos que deberíamos cuestionar el desarrollo del metaverso.

En primer lugar, por motivos económicos, ya que con alta probabilidad el crecimiento del metaverso y la riqueza que pueda generar no estarán distribuidos de manera homogénea ni geográfica ni socioeconómica y demográficamente en la sociedad, beneficiando a las empresas más ricas y poderosas, en detrimento del resto.

En segundo lugar, por motivos medioambientales. Gracias al metaverso ya no tendríamos que viajar ni ir al trabajo, reduciendo, por tanto, la huella de carbono. Sin embargo, su desarrollo conlleva un consumo inmenso de energía y, en consecuencia, una contribución posiblemente mayor a dicha huella. Por ejemplo, se estima que entrenar un único modelo actual de inteligencia artificial —omnipresente en el metaverso— emite más de cinco veces el CO₂ emitido por un coche en toda su vida útil.

En tercer lugar, por motivos de salud pública. Los seres humanos no hemos evolucionado para estar mirando pantallas durante la mayor parte del día. El impacto físico del uso excesivo de las pantallas es múltiple, incluyendo problemas en la visión y la postura, alteración del sueño y aumento de la obesidad, al fomentar el sedentarismo. Más allá de las consecuencias físicas, no podemos obviar las consecuencias para nuestra salud mental (ansiedad, adicción, aislamiento, disonancia cognitiva...). Los Homo sapiens somos una especie social. Necesitamos interaccionar con el mundo físico: conversar, compartir, colaborar, coexistir... Necesitamos sentir la cercanía de otras personas y nutrirnos de su contacto, así como experimentar multisensorialmente el entorno físico en el que habitamos.

En cuarto lugar, por motivos sociales. En el siglo XXI nos enfrentamos a inmensos retos que amenazan nuestra existencia, como son el cambio climático, la crisis energética, el envejecimiento de la población o las pandemias. Nos hemos propuesto ambiciosas metas para el planeta con los 17 objetivos de desarrollo sostenible.¿En respuesta a qué reto social necesitamos construir el metaverso? ¿Cómo nos ayuda a combatir la pobreza, eliminar el hambre, garantizar el acceso de todas las personas a agua potable, aire limpio, energías renovables, salud y educación de calidad, fomentar la igualdad de género o regenerar y preservar nuestro tan preciado como denostado planeta? Además, las culturas se alimentan de la conexión entre los cuerpos, las mentes y el entorno. La experiencia humana es una experiencia encarnada. El foco en el metaverso nos distrae de la complejidad y diversidad de la vida biológica, nos distancia de la naturaleza e invisibiliza, aún más, a quienes hacen posible dicha vida a través del cuidado, con las implicaciones sociales y especialmente de género que ello conlleva.

En quinto lugar, por motivos éticos. Cada vez hay menos aspectos de nuestra existencia que escapan del control de empresas tecnológicas que tienen acceso a nuestros datos, fruto del uso de servicios y aplicaciones digitales. Con el metaverso, nuestra experiencia vital completa podría tener lugar en el mundo digital y, por tanto, ser susceptible de ser captada, modelada, influenciada y monetizada por los desarrolladores o explotadores del metaverso. Las implicaciones en la privacidad, transparencia, control, autonomía y bienestar de las personas son inmensas.

Nuria Oliver, Cecilia Castaño, María Angeles Sallé, Menos meta y más con: cinco motivos para cuestionar el metaverso, El País 25/08/2020

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